Gritos desgarradores estremecieron a los presentes en las escalinatas del cerro Santa Ana, la mañana de ayer, tras la llegada de los féretros con los cuerpos de Manuel Franco Pizarro, de 34 años, y su hijo William Franco Sánchez, de 13, fallecidos en el incendio del jueves pasado.

Familiares cargando los dos ataúdes se abrieron paso entre los moradores y curiosos, mientras cerca del Callejón de las Carabelas se observaban las paredes ennegrecidas de lo que fue la vivienda de la familia Franco Sánchez.

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Trabajadores de empresas de limpieza retiraban ayer el material calcinado, para proceder a la demolición.

En la vivienda ubicada en el callejón de Las Cuevas y de Las Ánimas, los curiosos contemplaban en silencio el llanto desesperado de los familiares de las víctimas.

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Manolito y Wilmer Franco, de 8 y 7 años, respectivamente, hermanos del menor fallecido, eran consolados por sus primos, mientras su madre Rocío Sánchez lloraba angustiada la pérdida de su esposo e hijo.

“Había tomado unas copitas por su cumpleaños y se fue a dormir, el hijo se da cuenta del incendio y sube a carrera para salvar a su padre y también se muere”, expresó César Franco Pizarro.

Andrés Garnica, jefe de operaciones de Rubasa, empresa de limpieza y mantenimiento en donde trabajaba desde hace siete meses Manuel Franco, se hizo presente en el lugar y comprometió una ayuda económica para los gastos funerarios, cuyo costo es de 800 dólares.

Amigos del Club Deportivo Plaza Colón y el sacerdote Geovanny Pazmiño recolectaron dinero para ayudar a los damnificados.

El sepelio es hoy, a las 17h00, luego de una misa en el templo de Santo Domingo.

“Nos quedamos en la calle”, expresó afligido Uvaldo Pizarro, primo de Manuel Franco, quien habitaba en la segunda planta, junto con su esposa Lilián Espinoza y su hija Solange, de 14 años. “También vivían Jacinto Albán y su esposa Enma Galesa”, dijo.