Nadie podría creer que la producción Gozu, nominada a mejor película fantástica en el Festival de Cine de Sitges 2003, fue filmada en tres semanas. “En realidad estaba programado rodar en quince días, pero como nos divertíamos tanto, lo alargamos un poco más”, manifiesta Takashi Miike, quien llegó a Cataluña para el estreno ayer, de su producción en España.
El cineasta confiesa sentirse mal en medio del glamour de los festivales, como Cannes: “Aunque allí me descubrieron y pude distribuir mejor mis filmes”, dice el director japonés, de 43 años, que ha realizado más de 70 películas en los últimos quince años.
Publicidad
Con gafas plateadas que no dejaban ver sus ojos y chaqueta blanca entró sorpresivamente a la sala El Retiro, donde se proyectaba para el público una de sus últimas producciones, Graveyard of honour (nominada a mejor película en la categoría Expreso de Oriente). El director prefirió por unos momentos estar alejado de la prensa, los hoteles y la buena comida y ser un espectador más en Sitges.
Premio
Miike recibió el reconocimiento Máquina del Temps, por su trabajo en el cine, además está nominado en tres categorías en el festival. Sus filmes pertenecen a géneros diferentes como la acción, el terror y cine de yakuzas, del cual se le considera un auténtico renovador.
Publicidad
Cuando se le cuestiona cómo puede filmar nueve películas cada año explica: “Me gusta explorar diferentes géneros, recibir guiones y darles un nuevo rumbo, una nueva interpretación, construir lo que se me va ocurriendo mientras filmo, decir algunas cosas que siento”.
Gozu precisamente comprueba su postura. Esta es una cinta de género sobre la mafia japonesa, donde un gángster pierde a su hermano y se propone buscarlo, pero que está tratada de manera diferente por Miike.
Incluso, por momentos se recuerda a la novela Pedro Páramo, del escritor mexicano Juan Rulfo, porque la historia se desarrolla en un pueblo en que todos los personajes están muertos. Sin embargo, una constante en las películas del cineasta es el humor negro.
En Graveyard of honour, por ejemplo, en medio de la solemnidad de la mafia japonesa, un miembro de la banda ha perdido su honor y se le va a seccionar uno de los dedos, pero el cuchillo no corta y el martillo tampoco logra sacarlo.
Sus películas, aunque son de bajo presupuesto y aparte encasilladas en diferentes géneros, “logran ser expresivas, decir algo que va mucho más allá de lo que cuentan”, indica Jordi Sánchez, español de 29 años, que aplaude al final de la función a Graveyard of honour.
El Festival de Sitges se clausurará mañana.