¿Sospecha que está embarazada? Actualmente, una muestra de orina y un pequeño equipo de uso casero bastan para verificarlo. Pero, ¿sabía que a mitad del siglo pasado las ranas fueron muy importantes para determinar si una mujer estaba o no embarazada?

La casualidad obró en el avance de la ciencia. Accidentalmente se observó que la orina de yeguas preñadas producía la ovulación en un tipo de ranas (xenopus).

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Esto hizo que en la década de los 40 del siglo pasado, los ginecólogos inyectaran la orina de una mujer en la rana, si ello provocaba que el anfibio produjese huevos se comprobaba el embarazo.

La casualidad también obró en las investigaciones de la científica ecuatoriana Eugenia del Pino después de regresar de Estados Unidos donde había concluido el doctorado en Biología del Desarrollo y se había concentrado en el estudio de la rana xenopus laeris.

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Un día que paseaba por los jardines de la Universidad Católica de Quito cuando alzó una mata de claveles y halló una rana que resultó ser la gastrotheca riobambae o marsupial.

Los marsupiales son mamíferos –no batracios– cuyas hembras dan a luz prematuramente e incuban a sus crías en una bolsa donde están las mamas. “El interés fue grande e inicié mis estudios”, anota.

Sus investigaciones, hoy reconocidas en el mundo entero, determinan que este tipo de ranas tienen una bolsa en la que guardan a sus embriones que se desarrollan hasta ser pequeñas ranitas. La mayor parte de estas especies viven en los bosques bajos nublados, desde Panamá hasta el norte argentino, y sudeste de Brasil, pero algunas han conquistado las partes altas de los Andes. Las que viven allí no nacen como pequeñas ranas sino como renacuajos; es decir, en su fase larvaria.

La xenopus –el modelo de desarrollo de las ranas– en cambio pone huevos en el agua que se revientan en larva (que es el renacuajo) y luego del proceso de metamorfosis se convierten en ranas de cuatro patas.

Mientras que las ranas marsupiales eliminan o disminuyen el estadio larvario acuático. La madre protege en su cuerpo los huevos, como una especie de gestación. No hay un útero, solo una bolsa donde se desarrollan.

Del Pino explica que, en un principio, pensó que la bolsa al estar dispuesta en la espalda de la madre cumplía una función de “mochila” sin una función activa en el crecimiento de los embriones. “Lo fascinante fue descubrir que la bolsa materna era equivalente a un útero con control hormonal donde la progesterona (la hormona de la gestación) cumple un papel importante en el mantenimiento de esta forma de gestación”, dice. Esta gestación dura cuatro meses en la rana de los Andes y en ese periodo el batracio duplica su peso y no puede moverse.

El número de embriones depende de la especie; la Gastrotheca riobambae (presente en los jardines de Quito) acarrea en promedio 120 embriones en la espalda de la madre; mientras que la Gastrotecha cornuta (de las partes húmedas) puede tener unos 9 o 10 hijos, porque produce ranitas directamente.

El tamaño de los huevos tiene relación con el proceso embrionario. Los únicos organismos que se pueden desarrollar lentamente son aquellos que protegen a su prole, por ejemplo los mamíferos, los huevos están protegidos, como el caso del hombre, por nueve meses.

“Nuestro descubrimiento fue que el desarrollo temprano (embrionario) de las ranas marsupiales es uno de los más lentos entre los vertebrados y en ello se parece al desarrollo de los mamíferos”, señala Del Pino.

La Universidad de Emory de EE.UU. estima que la investigación de Del Pino (Estrategia de desarrollo embrionario en anfibios y peces del Ecuador) en la fisiología única reproductiva y del desarrollo de ranas de árbol marsupiales, ha contribuido al estudio del desarrollo del vertebrado.

La científica y su equipo de investigación continúan con la búsqueda de “modelos alternativos de desarrollo” con el objeto de compararlos con los ya estudiados.