Roberto Fernández, alcalde de Santa Cruz, la tercera ciudad de Bolivia en población y aporte económico, defendió la posición de los santacruceños, criticó al parlamentario Evo Morales y a quienes lideran la oposición por el derramamiento de sangre, y responzabilizó de la actual crisis boliviana a la forma en que se manejaron las privatizaciones en su país.