El promotor de cine cuencano sostiene que el ser humano debe involucrarse con la cultura.
Dice que en el plano personal le dejó muchas lecciones y lo ha vuelto más fuerte y más claro en su compromiso con el arte. El que habla es Patricio Montaleza, director del Festival Internacional de Cine de Cuenca, cuya segunda edición concluyó el pasado viernes.
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Está todavía cansado por todo lo que implica la organización de un certamen como este, pero feliz con los resultados. “Es importante esta actividad para lograr que en el país que vivimos exista eso que anhelamos”, refiere.
El año pasado, de las 40 películas que estuvieron en el festival, 6 se proyectaron luego en las salas comerciales. Del grupo que se exhibió ahora, no sabe cuántas en total serán adquiridas por los exhibidores. Por el momento solo tiene noticias de Satín rojo, de la cineasta francesa Raja Amari, que se llevó los premios a Mejor Película, Mejor Actuación y Mejor Fotografía.
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Que en el país el público tenga la oportunidad de ver un cine de propuesta ya es una ganancia, en palabras de Montaleza, y también lo es que esta cita sirva de incentivo para que la cinematografía ecuatoriana crezca. Y suelta un dato: en la actualidad aproximadamente 100 ecuatorianos estudian cine en Argentina. Lo sabe porque está produciendo un documental sobre el tema.
Este cuencano, de 35 años, que trabaja en la creación de la Escuela de Cine de la Universidad Estatal de su ciudad, afirma que la propuesta de Benjamín Carrión, de hace 50 años, de que Ecuador se convierta en una potencia cultural, ahora es un discurso trillado de los políticos.
Cree que fue una utopía que pudo haberse construido, pero no se dio y ahora más que ser potencia, lo que el país necesita es ofrecerle a su gente un buen nivel de educación y cultura y la posibilidad de acceder al arte como una parte integral de su existencia. Simplemente eso, aclara.
“El ser humano que no se involucra en el arte y en la cultura no puede ir transformando su vida. Se vuelve una máquina, un autómata, se vuelve dependiente y complaciente. El único elemento que puede transformar la vida es este”, comenta. Es un convencido de que la solución a los males de la humanidad está allí y no en la política ni en la economía. Por esta forma de pensar, hace dos años, junto con un grupo de gente que comparte su filosofía, se lanzó a organizar el Primer Festival Internacional de Cine de Cuenca. Acaba de cerrar el segundo. Y desde la próxima semana comenzará a trabajar en el tercero.
El festival exhibe películas de todos los continentes y de todas las culturas y le da especial cabida a los nuevos realizadores que trabajan la diversidad desde la periferia. Este año hubo una gran cantidad de películas dirigidas por mujeres, porque coincidentemente muchas de ellas están indagando en esta temática.
También se busca, dice Montaleza, que los cineastas sean pro positivos, no solo que exploren otros caminos por el simple afán de explorar, sino que aporten en lo cinematográfico, cultural y humano.
Para el festival que cerró el viernes se tenía comprometido un presupuesto de 150.000 dólares. El 50% se logró con canjes y el resto debía ser en efectivo. Pero Montaleza refiere que los auspiciantes le entregaron solo el 25% en efectivo. Tiene deudas por cubrir y espera que las instituciones que ofrecieron su ayuda, cumplan.
Cita que al festival le tocará asumir el pago de 2.000 dólares al cineasta Daniel Andrade, ganador de la primera edición. Un premio que, según Montaleza, se comprometió a entregar la empresa Etapa de Cuenca, y que aún no lo ha hecho, afirma. “Es que en una empresa se pueden justificar los gastos en lo que sea, menos en la cultura”, se lamenta.
OPINIONES
“El año pasado, que vine con mi película, me encontré con un festival joven. Haremos esfuerzo para apoyar este encuentro. Todos los festivales son dirigidos por gente mayor y que de alguna manera están burocratizados y anquilosados. Este es joven y hay que defenderlo. Estos nuevos intentos no se pueden soslayar”.
Alejandro Ferretis, director de cine mexicano y jurado
“Resulta admirable que sea Cuenca la que se haya lanzado a organizar un Festival de Cine. Los filmes que se exhibieron fueron magníficos. Esta cita se propone premiar a directores jóvenes que trabajen en la periferia. La cinta ganadora, Satín rojo, es una producción llena de sensualidad y belleza”.
Javier Vásconez, escritor ecuatoriano y jurado del certamen