El aplauso más largo en la noche de premiación del Segundo Festival Internacional de Cine de Cuenca, el pasado jueves, fue para el actor brasileño Alexandre Rodrigues, protagonista de la película Ciudad de Dios.

Él subió al escenario para recoger el Premio Especial del Público, galardón con el que fue reconocida la cinta en la cual trabaja. Era el único de los premiados que se encontraba en la ceremonia. “Muchas gracias al festival y a la gente que botó por Ciudad de Dios y gracias a los ángeles que me acompañaron”, refirió Rodrigues, de 20 años, en una mezcla de español y portugués. Volvió a su asiento con su Platón de Barro, el símbolo del festival, y una gran sonrisa, que lo acompañó toda la noche.

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“Cuando rodamos esta película nunca pensamos que iba a ser un gran suceso”, comentó luego, mientras sostenía entre sus manos el premio, uno de los tantos que la película del director brasileño Fernando Meirelles ha ganado en los últimos tiempos.

A más de reconocimientos, la cinta le ha dado a Rodrigues otras grandes satisfacciones. Una de ellas, viajar. “Antes no sabía lo que era el mundo. No sabía que era tan grande”, refirió emocionado. Ha viajado al Festival de Cannes, en Francia; a Guadalajara, México; a Cuenca, Ecuador, y a muchos otros lugares.

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Rodrigues nunca antes había salido de su Brasil natal, vivía en las favelas que muestra la cinta. Iba al colegio, luego volvía a casa y cuando le propusieron grabar la película llevaba solo dos meses haciendo teatro. “Todo ha sido muy rápido en mi vida. No había nada programado”, contó.

Ciudad de Dios le ha proporcionado a Rodrigues también la certeza de una carrera: en adelante se dedicará al cine.

Ya ha filmado otras películas con los directores Víctor Lopes y Walter Salles y tiene muchos otros proyectos.

Recompensa económica no ha tenido mucha todavía, pero no le importa. “El cinema no da plata, hacemos esto porque nos gusta”, refirió.

El actor vive con su madre y dos de sus hermanas (tiene tres, la mayor está casada) en una favela, a la que se cambió hace poco. Antes vivía en otra que no tenía nada. En la que ahora habita hay proyectos culturales y eso le interesa, comentó. “Esta es mejor”, dijo. Su familia lo apoya en su carrera de actor. “Mi madre y mis hermanas están orgullosas. No imaginaban que la película iba a ser un suceso. Somos felices y siento una saudade por estar lejos de ellas”, añadió. Cuando era niño, Rodrigues admiraba al actor norteamericano Eddie Murphie y aunque todavía cree que es un buen actor, dice que en la actualidad ve cine con otros ojos. Es decir, de una manera más crítica que la de antes. Este fin de semana el actor brasileño estará en Quito, donde se proyectará Ciudad de Dios, cinta en la que encarna a un joven llamado Petardo. De allí retornará a Río de Janeiro.