La ficha de promoción de esta película que se presenta a las 19h00, en el auditorio del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), en Malecón 2000, dice que trata de la violencia primitiva, del desarraigo y la pérdida de la identidad, pero también de la comunión entre el hombre y la naturaleza. La presentación está auspiciada por la Universidad Eloy Alfaro de Manabí, el Archivo Histórico del Guayas, el Instituto Regional de Cultura Montubia y el MAAC. La entrada cuesta $ 3.
Franklin Briones (Portoviejo, 1957), quien es el guionista, ha realizado una versión libre de la novela editada en 1957 por el manabita Horacio Hidrovo Velásquez (+). No he leído el guión, pero luego de ver el filme, me atrevo a pensar que Briones pareciera decirnos: déjame conservar la belleza de esta oscuridad donde no hay que volver a caer jamás.
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El silencio no resuelve nada. Rosaura (Rossy Moreira) lo descubre tarde, y como alguien dice en la película, cuando algo no se soluciona, la historia se repite.
La búsqueda de Celestino Vinces (Raymundo Zambrano) por parte de Rosaura y su familia luego de quince años de separación, desencadena algunos hechos violentos que nadie puede evitar, pero parece mentira que el culpable de todo sea un simple chancho. Por este animal, una familia completa es asesinada en respuesta a otro asesinato.
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La venganza es un hecho que mueve a los seres y los conduce por caminos de violencia y miseria, pocos pueden mantenerse alejados de este sentimiento que carcome los sentidos. En Manabí hay muchos ejemplos de esto y tanto en la novela, como en la película se encuentran retratados.
La cinta no es un canto a la violencia, pero la hay. Mérito del director Néstor Cobos, colombiano que ha trabajado con Jorge Alí Triana (Bolívar soy yo, Tiempo de morir). La narración está centrada en la importancia del río en la vida de los campesinos y en lo imposible que resulta renunciar a él. Ahí se puede encontrar todo el bien y todo el mal, según dependa de nosotros, y también la purificación del espíritu.
Las actuaciones están repartidas entre actores profesionales y otros que como Cobos debutan aquí. Eso se siente y en cine no hay excusas que valgan, ni bajo presupuesto, ni condiciones climatológicas, la lucha es por presentar un buen producto donde el cine ecuatoriano gane profesionalismo y mejor nombre con el cual presentarse internacionalmente.
Filmada enteramente en Manabí, entre Río Caña –el pueblo participó en el proyecto– y Manta, donde la fotografía pasa a ser protagonista, mucha fuerza en los exteriores con pocos interiores y belleza en los paisajes. El encanto del campo y la naturaleza de una provincia retratados en 45 días de rodaje.
El director manifiesta sentirse contento con su creación. Antes de empezar con esta aventura, dictó un taller de donde salió la gente que manejó los efectos especiales. Para él, la escena más difícil de realizar fue la violación de Rosaura. “Se logró lo que queríamos sin llegar a lo grotesco”, expresó.
Ahora es tiempo de mostrarla en festivales y luego convertirla a 35 mm, pero eso cuesta 30.000 dólares aproximadamente. Le toca al público mirarla y decidir.
Dirección: Néstor Cobos.
Guión: Franklin Briones
Protagonistas: Raymundo Zambrano, Carlos Quinto, Carlos Martínez, Rossy Moreira, Jaime Bonelli, Carlos Valencia, Yadira Villamar, Antonio Pico, Enrique Delgado, Luciano Zambrano e Ivonne Ovidich.
Género: Drama.
Duración: 115 minutos.
Fotografía: Néstor Cobos.
Música: Schubert Ganchozo.
Producción Ejecutiva: Franklin Briones.
Productor Asociado: Mariano Zambrano.
Productoras: Cine Mar, Uleam, Spondylus.