Parece una ironía que en el Bankers Club la gente pueda sentirse como en La Habana. Sin embargo, el sabor caribeño se hizo presente el viernes pasado entre mojitos cubanos, meseros vestidos con camisas floreadas y el ritmo sincopado de la música de esa tierra, de ese sabor nostálgico que, de manera inevitable, hace mover el cuerpo y despertar las emociones más diversas.
Los encargados de llevar a cabo esta Noche cubana –así se denominó el evento– fueron los miembros de la agrupación Alleguez son. Entre luces bajas, donde predominó una tenue iluminación rojiza dirigida a los rostros de los músicos, además de un poco de humo artificial, este grupo subió al escenario.
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En la tarima la orquesta es un monstruo; no le pide nada a una cubana. Cuenta con una voz principal, una segunda, un par de guitarras, un baby bass, un tres, una trompeta, algunos intrumentos de percusión y un violín, que realizan un ensamble excelente. El líder agradeció al público por su presencia y al ritmo del tema Chan chan, se encendió la noche.
Al tercero o cuarto tema, que fue el Guateque campesino, los cuerpos ya no se aguantaban en las sillas y fue inevitable que se encienda la fiesta, la rumba y con esto el coqueteo entre las parejas de bailarines. De allí en adelante vinieron los temas Veinte años, Nostalgia -compuesto por Joel Alleguez y el escritor colombiano Diego Jaramillo- Manicero, El cuarto de Tula, Son de la loma... y un sinnúmero de clásicas piezas cubanas.
Con el paso de las horas y la bohemia ya asentada en el Bankers, Alleguez son demostró que el lugar es lo de menos para devolver a los enamorados de los ritmos tropicales, a las calles de La Habana.