En 1950, el ginecólogo Ernst Grafenberg al estudiar el fenómeno del orgasmo femenino descubrió que la mujer tenía dentro de su vagina una zona muy sensitiva que al ser estimulada por su pareja podía llevarla al goce sexual.  

Basados en esa información, en 1980, la sexóloga Beverly Whipple, hizo estudios más profundos y describió por primera vez en su libro El punto G y otros descubrimientos recientes sobre sexualidad, que algunas mujeres lo tienen más manifiesto que otras.

Publicidad

“La mayoría de las organizaciones científicas especializadas  lo reconocen. Histológicamente se determinó una mayor concentración de corpúsculos (formación pequeña y redondeada) sensitivos de la mucosa vaginal y se lo interpretó como una estructura que podría corresponder a lo que es la próstata en el varón”, dice el ginecólogo Guillermo Rolla Pimentel, ex director del Instituto de Orientación Familiar y Sexual (INOFYS) de Panamá.

Cómo encontrarlo
El punto G o Grafenberg está localizado a unos tres o cuatro centímetros en la pared anterior a la entrada de la vagina y es del porte de una lenteja o tan diminuto como la cabeza de un alfiler. La diferencia con otras zonas erógenas es que está oculta y que para palparla necesita ser estimulada con los dedos.

Publicidad

Sin embargo, agrega el ginecólogo y sexólogo Amalio Martínez Nieto, el pene también puede estimular el punto G y la forma de llegar a él es mediante la posición mujer encima porque el órgano penetra casi en su totalidad.

No es importante
La enfermera y educadora sexual Carmen Zea Montoya asegura que hoy las parejas, especialmente jóvenes, se preocupan mucho de buscar el punto G para obtener mayor satisfacción sexual. Pero de tanto buscarlo no lo encuentran, porque pierden la conexión que debe existir en una verdadera relación que es la convivencia antes del coito.

Al igual que la escritora Isabel Allende, en su libro Afrodita, Zea cree que el punto G debería estar en cualquier parte del cuerpo y no en los genitales, porque son tantas las zonas que producen satisfacción sexual, que no necesariamente hay que buscar en la vagina el placer, sino mediante las caricias en las orejas o manos o diciendo simplemente “te amo”.

Por eso, “si  las parejas tienen una relación maravillosa y nunca han escuchado sobre el punto G es mejor que se olviden de él. Sobre todo, porque no todas las mujeres pueden llegar a encontrarlo, por ser muy pequeñito o porque la posición en que se encuentra no es la ideal. Lo más importante es quererse, amarse, respetarse y aceptarse el uno al otro”, señala Zea.

Definitivamente la relación de pareja, dice Rolla, involucra una serie de factores como los psicológicos (personalidad, sensibilidad, comprensión y amor), sociales (comunicación, intereses y hábitos), físicos (belleza, inteligencia, atracción, cariño y capacidades)  y sexuales (preferencias, práctica, experiencia e identificación). Esto significa que la relación sexual tiene múltiples facetas, tan o más importantes que
el Punto G.