La noche del pasado viernes no fue como las de siempre. Mientras algunos acudieron a sitios de frecuente diversión, otros, aquellos que se sienten despreciados por las sociedades estereotipadas, gastaron siete dólares en escuchar a grupos considerados satánicos, que es como algunos denigran al rockero ecuatoriano.
Esa noche, en el Sindicato Nacional de Músicos, un lugar jamás prestado para esta clase de eventos, se presentó el primer álbum, VII veces VII, de una de las bandas de real trash metal con mayor trayectoria del Ecuador. Se trata de la guayaquileña Profecía, que invitó a otras del metal underground de la urbe, como Fábrica de Caníbales y Moulin Rouge y a la peruana Black Angel.
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El telón se abrió a las 19h40 con el ingreso al escenario de Fábrica de Caníbales, que recién se inicia en la escena metalera. Su mezcla de estilos guturales grind death, recordó a Carcass, Canibal Corpse, entre otros. Fue un buen inicio del concierto, pues los pocos concurrentes agitaban las cabezas y chocaban sus cuerpos en la especie de danza frenética conocida como mosh. Al final, Jorge Vergara, guitarrista y vocalista, agradeció al público tras desgarrar su garganta junto al segundo guitarrista Humberto Freire, con arrasadoras líricas, llenas de destrucción y violencia.
La fiesta metalera dio paso a la ochentera del trash metal Moulin Rouge, que registró problemas con el sonido. Raúl Cedeño, bajista y líder, inició la presentación con repertorio propio en inglés, que no desató la adrenalina de los rockeros como lo hizo el grupo anterior. El cover Counthess Bathory, de los Venom, encendió el ambiente. Llamó la atención el solo de Gabriel Villacrés, Guayaquil de mis amores, en homenaje a la ciudad. Terminaron con su éxito Justify your dead.
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Tras el agradecimiento del presentador, Alberto Vergara, ingresaron al escenario los protagonistas del concierto, al mando de Érick Álava, quien con su guitarra invitó a la gente de cuero y metal a experimentar sus conocidos pasajes apocalípticos, cargados con un demoledor doble bombo en la batería. El ambiente se tornó intenso con las nuevas canciones del álbum VII veces VII. Temas como Los siete sellos del horror, Mundo sin ley, evocaron los problemas que sufre la humanidad.
Profecía finalizó con Territory del grupo brasileño Sepultura, aunque más bien parece de su autoría.
A las 23h00 hizo su ingreso Black Angel, que desde Perú trajo un cargamento de rebeldía hacia el sistema. Christian Gamarra, también vocalista de Goath Semen, interpretó Ritos y las paredes del lugar empezaron a retumbar. El concierto llegó a su fin con The last prophecy. A medianoche, el escenario quedó vacío y de nuevo José Collahuazo, de la tienda de rock Brutalidad Total, demostró que con el debido control policial se pueden dar esta clase de conciertos que desde hace años son parte de nuestra cultura.