Que los estudios Pixar son hoy los mejores del mundo en el campo de la animación, está fuera de discusión. Los creadores de sorprendentes producciones –Toy Store, Bichos y la cautivadora Monsters Inc.–, han debido resistir al inteligente Shrek, de Dreamwork; y a la brillante creativa de Pollitos en fuga, ambos temibles adversarios frente a los cuales el título de campeón podía habérsele escapado de las manos en cualquier momento.
Pero la respuesta de Pixar es nada menos que Buscando a Nemo, una obra magnífica tanto en términos formales como en sus perspicaces diálogos, manejados en dos niveles muy distintos, con el fin de meterse al bolsillo a grandes y chicos. Disney hizo realmente un gran negocio cuando los acogió en su seno para trabajar conjuntamente.
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La cautivadora cinta se centra en las aventuras y desventuras del pequeño Nemo, un tierno y travieso pez payaso que crece intentando evadir los temores de su sobreprotector padre Marlin, exaltado desde la abrupta muerte de su adorada esposa Coral. En una de sus primeras excursiones escolares por el fondo del mar, Nemo se aleja del grupo más de lo debido y es capturado, frente a los ojos de Marlin, por un buzo. Así, nuestro intrépido protagonista termina en la pecera del consultorio de un dentista en Sydney. Para rescatarlo, su padre se dirige hacia allí, acompañado por la cariñosa y leal Dory, que sufre de una aguda pérdida de memoria precoz.
Con el usual torrente de “realidad” que impregna Pixar a sus obras, esta adorable historia nos sumerge en los fascinantes paisajes submarinos y nos sorprende con exóticas especies que se dispersan en los arrecifes de coral o en mar abierto. Además de ser visualmente imponente, Buscando a Nemo es una intensa fábula, matizada con frases humorísticas y divertidas referencias cinematográficas –Psicosis y Los pájaros–, de gran eficacia. Y eso que no escatima en escenas que llevan una carga implícita de violencia o incluso de agresividad, como la del depredador que en la escena de arranque engulle a la dulce Coral y a sus 400 huevos. “Al fin y al cabo”, en palabras del director Andrew Stanton, “de eso también se trata esta película, que es sobre cómo la vida tiene cosas malas y buenas, y cómo se puede navegar entre ellas”.
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Para el deleite de todos, no faltarán las tortugas marinas que viajan gozosas en manada, transportadas por las corrientes oceánicas; o las enormes ballenas; o una pandilla de tiburones sometidos a seudoterapias de grupo, con técnicas de autoayuda –están en pleno auge– para combatir su sanguinaria e irrefrenable adicción a devorarse cualquier pez y comenzar a verlos como amigos.
La perfecta interacción entre este espectáculo visual de formas y colores y el valioso aporte de los actores que han contribuido con sus voces, como Albert Brooks (Marlin), Ellen DeGeneres (Dory), Alexander Gould (Nemo), Willem Dafoe (el líder de la pecera, Gill) o Geoffrey Rush (el pelícano Nigel), termina por conquistar otro gran triunfo para Pixar, que, paradójicamente, encuentra en lo mas profundo del océano una nueva cumbre para su imparable perfeccionamiento artístico y técnico.
FICHA
Dirección: Andrew Stanton.
Voces: Albert Brooks (Marlin), Ellen DeGeneres (Dory), Alexander Gould (Nemo), Willen Dafoe (Gill, el líder de la pecera) y Geoffrey Rush (Nigel, el pelícano).
Género: Animación.
País: Estados Unidos, 2003.
Duración: 101 minutos.
Cines: Supercines Ceibos y Entre Ríos $ 4 y Nueve de Octubre $ 2,60. Cinemark $ 4,20, $ 3,95 y $ 2,10.