Es la actriz que más  premios Oscar ganó en la historia cinematográfica: cuatro, en 1933, 1967, 1968 y 1982.

Katharine Hepburn, la sofisticada actriz que se fascinó por el peligro en La reina de África, y que descubrió la existencia de sentimientos profundos por debajo de las apariencias en Historias de Filadelfia, murió el pasado domingo a los 96 años.

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“Si sobrevives lo suficiente eres reverenciada como un edificio antiguo”, dijo una vez la actriz estadounidense, una mujer fiel hasta el final a sí misma, rebelde y de extraordinario talento, con una clase y una garra especiales.

 Su carrera duró casi seis décadas, y aunque solo rodó medio centenar de películas, logró cuatro Oscar y fue propuesta para ese premio en otras once ocasiones.

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 Entre sus éxitos hay títulos históricos, como los que le hicieron merecedora de sus cuatro Oscar de interpretación: Gloria por un día (1933), ¿Adivina quién viene esta noche? (1967), El león en invierno (1968) y La laguna  dorada (1982). 

Su vida no fue el paradigma de joven humilde que se hace famosa en Hollywood y se casa con el hombre fantástico. Por el contrario, nació en 1907 en el seno de una familia adinerada. Su padre era médico y su madre participaba en el movimiento por la defensa de los derechos de la mujer.

Casi nunca se calló lo que pensaba, llevaba pantalones cuando ninguna mujer se atrevía a hacerlo y luchó con uñas y dientes contra las imposiciones venales de los estudios cinematográficos, que entonces controlaban estrechamente a los actores.

 En 1932 fue descubierta por George Cukor y poco después su talento la convirtió en una estrella de la noche a la mañana. No obstante, fue rechazada para el papel de Escarlett  O’Hara en Lo que el viento se llevó por no ser lo suficientemente sexy.

En 1928 contrajo matrimonio con Ludlow Ogden, del que se separó a los pocos días de la boda. Luego diría que el matrimonio es muy poco práctico: “Amar, honrar y obedecer. Si no lo fuese no habría que firmar un contrato”, dijo.

 Protagonizó películas junto a los grandes galanes de Hollywood, como Cary Grant, James Stewart, John Wayne y Peter O’Toole, entre otros, pero de quien se prendó fue de un actor bajito y poco atractivo, aunque de gran inteligencia, Spencer Tracy.

 Corría el año 1942, cuando rodó La mujer del año con él, y el vínculo que establecieron entonces solo se rompió con la muerte del veterano actor en 1967.  Participaron en nueve películas juntos y mantuvieron una relación lejos de los objetivos de las cámaras, pues Tracy era un hombre casado, católico y padre de un hijo minusválido.

En 1994 anunció su retirada de las pantallas durante el rodaje del filme para televisión Una Navidad.

Desde entonces se apartó de la vida pública debido a su deficiente estado de salud. Cáncer de piel y el mal de Parkinson fueron algunas de las patologías que la aquejaron  en los últimos años.