La BBC no es ajena a las disputas políticas, pero pocas veces la independencia de la cadena pública británica ha sido tan cuestionada como ahora.
La British Broadcasting Corporation (BBC) está bajo un intenso fuego político por el mismo estilo periodístico que la hizo famosa en todo el mundo, justo cuando se dispone a afrontar un debate en torno a su futuro.
Criticada en el pasado como una élite izquierdista y amenazada con la retirada de los fondos públicos, la BBC está ahora en el centro de una candente polémica por un reportaje en el que afirmó que el gobierno del primer ministro británico, Tony Blair, manipuló un informe sobre las armas iraquíes.
El gobierno israelí se unió esta semana al ataque, al decir que había suspendido todos los contactos con la cadena por lo que consideró una cobertura parcializada sobre el Oriente Medio en uno de sus programas.
La guerra de declaraciones se produce en momentos en que la BBC se prepara para una batalla para renovar sus "estatutos reales" y seguir recibiendo 2.500 millones de libras (4.159 millones de dólares) de fondos públicos. También agita el debate sobre la autorregulación de la emisora.
La BBC atraviesa por un momento difícil ya que, dada su financiación pública y su supervisión por parte de gobernadores designados por el estado, los gobiernos han dejado entrever que esperan más lealtad de la cadena pública que de sus rivales.
Sin embargo, la radiodifusora ha intentado en los últimos años reforzar su independencia con respecto a ambos lados del espectro político.
A causa del aumento de la competencia, la BBC ha tenido también que hacerse más comercial, una medida que algunos críticos dicen ha mermado su deber como cadena pública.
"La BBC está demostrando su independencia. Con la renovación en ciernes, puede que algunos esperen que cambie de opinión en la disputa con el gobierno, pero no lo ha hecho", dijo Jamie Cowling, del Instituto de Investigación de Temas de Interés Público.
Batalla personal
La más reciente pelea con el gobierno británico tiene como protagonistas al jefe de comunicaciones del gobierno, Alastair Campbell, uno de los asesores de más confianza de Blair, y al corresponsal de temas de defensa de la emisora.
En lo que se ha convertido en una inusual batalla personal, Campbell ha dirigido sus ataques contra los criterios periodísticos de la BBC, acusando a la radidifusora de dar informaciones falsas sobre Iraq basadas en una fuente de inteligencia anónima.
La disputa -por acusaciones de que el gobierno exageró la información sobre existencia de armas para justificar una guerra en Iraq- ha desviado la atención de otros temas fundamentales relacionados con la guerra.
La BBC ya ha pasado antes por esto. La ex primera ministra Margaret Thatcher no ocultaba su hostilidad hacia la cadena y entre sus disputas se destaca la de las Guerra de las Malvinas, en 1982, cuando la BBC fue acusada de minar los esfuerzos bélicos del gobierno.
A pesar de la polémica actual, algunos alegan que el gobierno laborista de Blair ha sido el mayor defensor de la BBC durante años, garantizando su financiación y preservando su independencia.
Irónicamente, el director general de la BBC, Greg Dyke, tenía previsto enfrentarse el martes al presidente del opositor Partido Conservador para discutir quejas de que la cadena está prejuiciada contra la organización.