Usuarios buscaban confirmar ayer si España pedirá o no visa a los ecuatorianos, desde el 1 de junio.

Cuando el guardia privado de la embajada de España cerró ayer, a las 09h35, la ventanilla de atención al público casi en el rostro de Jaime Bolívar Moya, este se quedó impresionado.

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Sus ojos enfurecidos no pudieron esconder la indignación por el cierre sorpresivo que lo privó de recibir información sobre los trámites para conseguir la visa de turista a España, cuya vigencia se esperaba para mañana, pero que fue aplazada.

Moya indicó que sintió que las dos horas que hizo fila afuera de la embajada española y el viaje desde Quevedo, no sirvieron de nada.

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Jaime, sin dudar, preguntó al guardia que porqué había cerrado la ventanilla, justo cuando le tocaba el turno, y este le respondió: “Simplemente porque viene la prensa no se va a atender” (era el equipo de Diario EL UNIVERSO).

El resto de familiares de emigrantes que estaba en la fila esperando información o completar algún trámite, con gritos, pidió al guardia que abra la puerta para que continuara la atención.

El agente afirmó que “mientras no se vayan el periodista y el fotógrafo, la atención no se reanudará”.

Las personas, que desde muy temprano estaban haciendo columna y soportando un sol canicular, no tuvieron otra alternativa que presionar, también con gritos, el retiro de los periodistas como en efecto ocurrió.

Luego de 15 minutos la atención comenzó de nuevo. “Me parece pésimo que hagan eso, no sé qué ocultan y en nuestro propio país”, aseveró Pilar Sevilla, quien fue a la embajada para averiguar sobre los trámites para obtener la visa.

Sevilla señaló que solo recibió una hoja y tuvo que hacer de nuevo otra columna para averiguar sobre los documentos que introdujo en esa oficina para gestionar el viaje de su madre hacia España.

La falta de información y el maltrato son constantes en la embajada de España, según denunciaron ayer decenas de familiares de emigrantes, que quieren salir del país con una visa de trabajo.

Poca atención
Uno de los cinco policías nacionales que custodian la sede diplomática manifestó que “esto es cosa de todos los días”.

“Cada día vienen unas 200 personas y solo se atienden a 100; hay ocho colas para distintos asuntos y apenas atienden un par de horas”, sostuvo el uniformado, quien evitó ser identificado para evitar un castigo.