Según autoridades de Salud, solo once clínicas de cuidado estético tienen permiso para funcionar.

“Yo tuve una paciente que llegó con los labios deformados luego que le inyectaron silicón líquido en una peluquería”, cuenta el cirujano plástico Juan Carlos Estrada.

El trabajo de la mujer requería de una “buena imagen”, por lo cual fue despedida de su empleo cuando “el silicón se empezó a irrigar por su cara. El problema le causó depresión”, agrega.

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La cirujana estética Rita Ozaeta relata que al año recibe entre diez y doce pacientes que “sufren las consecuencias de los implantes faciales realizados por cosmetólogas o peluqueros”.

“Una vez llegó una mujer con un edema (hinchazón) en los tobillos, que se le formó luego de que se hizo inyectar silicón líquido en los glúteos”, dice la doctora.

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Según ambos especialistas, los productos inyectables para aumentar el volumen de los labios, senos, nalgas o rellenar arrugas deben ser usados por médicos, puesto que de lo contrario pueden ocasionar daños.

Pero una cosmetóloga que labora en una peluquería y centro de estética en la Alborada y que prefirió el anonimato, asegura que puede “hacer maravillas” con las inyecciones de ácido hialurónico y de biopolímeros (un derivado del silicón líquido).

Entre las “maravillas” está el relleno de labios, arrugas y líneas de expresión.

“Hay cosmetólogos que hasta usan Botox”, asegura la doctora Ozaeta, en alusión a la toxina botulínica de acción local que evita la contracción de los músculos y se utiliza para eliminar arrugas.

“Aunque su efecto es reversible en seis meses, una gota mal aplicada puede causar un efecto no deseado como por ejemplo dejar un ojo más cerrado que otro”, señala.

“Los cosmetólogos no conocen el principio activo de una toxina, ni comprenden cómo funcionan sus componentes”, dice Estrada.

El cirujano indica que además del riesgo que representa el uso empírico de productos estéticos, las personas que desean aplicárselos deberán tener en cuenta el contenido de los químicos.

Hay biopolímeros de uso cosmético, que son más baratos y de menor calidad que los de uso médico, aseguró Estrada, quien alerta contra el uso de los primeros debido a que (dada su baja viscosidad) se esparcen por el cuerpo tras ser aplicados.

MUERTES

SILICONA
El 20 de septiembre de 1995, Paola Reyes, modelo de televisión, muere luego de una operación en la cual se le implantó silicona en los glúteos. El médico acusado fue Carlos Hernán Jarrín, de la Clínica de Cirugía Estética, en Quito. Según la autopsia, la muerte se debió a una infección crónica por el uso de material no esterilizado.

LIPOSUCCIÓN
El 30 de junio del 2002, Zenia Emperatriz Vera, de 36 años, que llegó desde Nueva York a Guayaquil con sus dos hermanas para realizarse una liposucción a bajo costo, muere en el quirófano de la clínica San Marcos.

ACEITE
El 17 de octubre del 2002, un travesti muere cuatro horas después  de que en un centro estético clandestino le inyectaran aceite en glúteos.