Las memorias recién publicadas de Jane Juska, quien a los 66 años se lanzó en busca de hombres con los que compartir aventuras sexuales, harán las delicias de quienes piensen que el romance puede comenzar a cualquier edad.
La historia de Juska comenzó en 1999 cuando escribió el siguiente anuncio en el diario The New York Times: “Antes de que cumpla 67 años, me gustaría tener muchas relaciones sexuales con un hombre que me guste. Si quieres hablar primero, me gusta Trollope (un escritor británico, su autor favorito)”.
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Al poco tiempo de publicar este anuncio, Juska recibió 63 respuestas y después de agruparlas en sí, no y quizás, se lanzó a la aventura.
El resultado de esta experiencia es el libro titulado A Round Heeled Woman (una expresión anticuada para referirse a una mujer promiscua), subtitulado: “Mis aventuras tardías en sexo y romance”.
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En él, Juska explica lo que significa estar soltera pasados los 60 y deseosa de mantener relaciones físicas e intelectuales con varios hombres.
Actualmente de 70 años, Juska comenzaba a sentirse cansada de jubilarse en la labor de profesora, y además se sentía gorda porque estaba subiendo de peso, no obstante de repente creyó no estar tan cansada y se arriesgó a cumplir su meta.
El libro, publicado por la editorial Villard Books, narra sus andanzas de costa a costa para reunirse con sus galanes, el más joven de 32 años y el más anciano de 82.
En sus amoríos tuvo experiencias de lo más variado, según explica en el libro. Un hombre le robó la ropa interior y las copas de champán, mientras que se enamoró de otro y un tercero le pidió el matrimonio.
“Ya sabía cuando decidí hacer esto que podría resultar herida”, señala Juska. “Pero cuando decidí llenar mi vida completamente, era consciente de que no podía elegir solo las partes buenas”, añade.
Esta maestra retirada describe en la obra su propio cuerpo con todo detalle para dejar claro su punto de vista: a los hombres no les echan atrás las imperfecciones.
“Siempre era yo la que apagaba la luz. Nunca he conocido a un hombre al que le diese vergüenza desnudarse”, señala la autora, que ahora está escribiendo un segundo libro sobre su experiencia.
Para Juska, lo más positivo de esta inusual andadura ha sido encontrar compañeros intelectuales, algo “casi tan excitante” como el sexo.
Sin embargo, los lectores no habrían podido disfrutar de sus peripecias si la autora no se hubiera arriesgado a ser herida o a que todo saliese mal.