Hace 30 años vino por primera vez a Ecuador. Lo hizo para inaugurar, mediante su exposición de dibujos, el taller de arte del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. A partir de entonces, el artista plástico peruano Víctor Delfín visita constantemente el país.
En Quito, además de tener un apartamento, nació uno de sus ocho hijos, la bailarina Sofía Benítez, de 26 años, fruto de su unión con la ecuatoriana Cecilia Benítez.
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Delfín comenta que en Guayaquil estuvo pocas veces. El pasado 29 de abril inauguró en la Urna de Cristal de la Plaza de la Integración del Malecón 2000 su muestra escultórica, pictórica y de grabados, que estará abierta hasta el 11 de mayo, de 10h00 a 19h00. La entrada es libre.
El arte le significa una pasión, que ejerció desde niño cuando dibujó paisajes y el escudo nacional, aunque la vida misma es tema recurrente para él.
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Pregunta: Si debiera expresar su talento mediante una técnica ¿cuál escogería: el grabado, la pintura, la escultura, el mural?
Respuesta: Me aburriría con una. Soy muy voluble. A veces hago un cuadro, de repente me atrae otra cosa y lo abandono. Puedo retomar la obra para terminarla, pero si no lo hago, no me da cargo de conciencia.
El artista vive solo desde hace 20 años en una casa frente a la playa en Lima, donde disfruta la locura que le provoca crear.
P: ¿Trabaja para satisfacerse o se satisface para trabajar?
R: Es una especie de terapia, tengo tendencia a la soledad y melancolía y cuando pinto, me quito los zapatos, bailo, hablo solo, cojo un papel y escribo lo que se me ocurra. Eso me hace sentir vivo.
Delfín, quien es presidente de la Comisión Nacional de Cultura del Perú, participa desde inicios del noventa de marchas pacíficas que fomentan a que el ciudadano despierte del letargo social y político. Sostiene que eso motivó, también, a que abandonara el alcohol. Tiene dos libros publicados sobre su producción artística. Desea presentar una obra que sea recopilación de sus ensayos.
P: ¿Se califica artista, idealista o 50 y 50?
R: Uno puede ser las dos cosas. Un artista también es persona y tiene derecho a renegar sobre la actitud de países como Estados Unidos que dejan entrever, mediante un ataque a Iraq, que las conquistas de la civilización occidental y cristianas no tienen importancia.
El artista, de 75 años, se mantiene atlético y afirma que se debe a que no guarda preocupaciones. “Me gasto el dinero y detesto los bancos. Prefiero el anonimato y lo que conservo es lo que conozco de los museos y las galerías. Pienso que dos drogas de las que debe despojarse Latinoamérica son el fútbol y la televisión”.