La fe y la devoción no conocen de horarios, esperas ni cansancio. Xavier Solórzano, Ramón Guime y Segundo Córdova llegaron tan temprano a la procesión, que lo hicieron desde las 22h00 del jueves, cuando se apostaron en las afueras de la iglesia del Cristo del Consuelo para asegurarse un puesto junto a la carroza que lleva la imagen de Cristo crucificado.

Y lo lograron, tanto así, “que aunque los policías intentan sacar a mucha gente que quiere ir cerca del Cristo, a nosotros no nos sacan de aquí”, comentó Guime, aferrado a la carroza.

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Es que mientras la muchedumbre se desesperaba por acercase a la imagen, y más aún tocarla, el hecho de ir junto a la carroza fue un verdadero privilegio. (SC)