Es fácil saber si sufre o no de fobia a volar. El terrible miedo que se siente al estar dentro de un avión por varias horas, no deja dudas. Los latidos cardiacos aumentan, las manos se ponen frías, falta la respiración.

Patricia Tama Vinueza es un caso clásico. Ahora vive en Austin, EE.UU. con su esposo, pero le tomó casi tres meses “sacar la fortaleza” para subirse a un avión y reunirse con él. “Son cinco horas de vuelo, el día en que debíamos viajar yo no pude acompañarlo porque el miedo me paralizó”, relata.

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“Finalmente, cuando reuní el valor, tuve que tomar pastillas tranquilizantes y le pedí a una prima que me acompañara”. La fobia de Patricia empieza cuando sabe que va a viajar: “Dos semanas antes del vuelo no puedo dormir bien y tengo pesadillas. Unos tres días antes no como nada por la náusea y no pienso en otra cosa más que en el avión. El mismo día lloro, me sudan las manos, el cuerpo me tiembla, y no puedo concentrarme. Cuando estoy dentro del avión siento que me vuelvo loca, que me quedo sin aire, que me ahogo, que necesito que me vea un doctor. Esto puede sonar muy exagerado. A mí misma después me parece absurdo, pero en ese momento no me puedo controlar”.

Esta fobia es bastante común. Estudios indican que aproximadamente el 10% de la población sufre de un miedo intenso a volar, mientras que el 25% siente una gran ansiedad y a menudo depende de los tranquilizantes para hacer soportable el viaje.

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Según el DSM-IV (Manual de diagnóstico de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana) la frecuencia de acuerdo al sexo también varía. El 75% al 90% de las personas que tienen fobias son mujeres.

El psiquiatra Ricardo Morla Boloña señala que las fobias son trastornos de ansiedad. La característica esencial es un miedo intenso y persistente a objetos o situaciones claramente discernibles. Esta respuesta puede adquirir la forma de crisis de angustia.

El origen
La psiquiatra Victoria Valdez de Vuibert, presidenta de la Sociedad Ecuatoriana de Psiquiatría Biológica, dice que el miedo a volar quizás se deba a que la persona recibió en más de una ocasión noticias impactantes sobre algún accidente de aviación. En el caso de Patricia, su abuela, madre y hermana tienen el mismo problema en menor grado. Su miedo puede haber sido aprendido de su entorno.

Soluciones
Las personas que no tienen una fobia muy grave y viajan con poca frecuencia, señala Morla, pueden tomar un tranquilizante antes de abordar.

 A quienes presenten un problema más acentuado recomienda recurrir a la psicoterapia cognitiva-conductual, que se basa en reaprender a no tener miedo al estar en el avión para tratar de familiarizarse con el aparato y darle su magnitud real.

Además es usual recetar antidepresivos, ya que a dosis bajas tendrían una acción muy específica para ayudar a controlar los síntomas, a un plazo de cuatro a seis meses. También ayuda practicar ejercicios de respiración y relajación.

Patricia Tama ya ha probado de todo. “He realizado múltiples terapias, creo que sí he mejorado, pero siento que no estoy totalmente curada. Acudí a psicólogos y psiquiatras, pero lo que considero que me ha ayudado muchísimo es hacer yoga y la terapia alternativa con Flores de Bach”.
Mucha gente, como ella, prefiere los métodos naturales a los fármacos.