<strong><em>"El poder de la televisión es que, bien hecha, tiene una capacidad impresionante para establecer y cambiar formas de pensar"</em></strong>Este artículo debería titularse ‘Arcandina gana nuevo premio internacional’, pero entonces pocos lectores sabrían de qué se trata, porque ese programa infantil dejó de transmitirse en el país hace dos años.Sin embargo, muchos niños recordarán a Ratasura, el cómico personaje de la rata que ama la basura y que debe aprender lecciones sobre la importancia de cuidar el medio ambiente de sus compañeros Jagui, Tucán —especies en peligro de extinción— y Cori, un lobo marino de Galápagos.Su creadora, María Elena Ordóñez, hace poco recibió el Premio Internacional al Emprendimiento Social de la fundación Schwab, para proyectos innovadores que brindan enfoques nuevos a problemas sociales. La fundación, que selecciona alrededor de 20 emprendedores por año en todo el mundo, reconoció en ‘Arcandina’ “un exitoso modelo de comunicación para la educación ambiental y ciudadanía que nació en Ecuador y luego se exportó a Estados Unidos y Centroamérica”. Esta no es la primera vez que se galardona al programa fuera del país. En marzo de este año ganó el premio de la National Wildlife Federation de EE.UU. como la Más Destacada Producción Internacional para Niños. Además, María Elena es miembro de los Fellows de Ashoka, organización mundial que asesora a “líderes que poseen el potencial necesario para lograr un cambio significativo en la sociedad y no consiguen descansar hasta que su visión llegue a realizarse”.Con este impresionante aval, ¿por qué no lo vemos al aire aquí? María Elena explica que la razón es simple, los canales nacionales no consideran comercial a un programa con las características de ‘Arcandina’: es para niños, se transmite en la franja de horarios más barata y su costo de producción es mayor que el precio de un enlatado (programa extranjero). Los anunciantes y medios ven al sector infantil (extrañamente) como el que menos vende, por eso las producciones para niños aquí no dejan muchas ganancias.<strong>Los inicios</strong><br /> Este duro panorama para la producción nacional hubiera hecho desistir de sus proyectos a muchos talentosos realizadores, pero no a esta educadora de párvulos que empezó en los ochenta a escribir guiones para los programas ‘Rinconcito’, ‘Laberinto’ y ‘El Rincón de los bajitos’ (Ecuavisa), cuando aún daba clases en el colegio Alemán Humboldt de Guayaquil.En el 96 se “lanzó” a grabar su primer programa independiente, que no tuvo acogida en los canales donde lo presentó. Entonces decidió que para lograr una revista televisiva infantil “bien hecha, que combine educación con entretenimiento, debía tener calidad de exportación”.Dejó la docencia y dedicó tres años a investigar el tema ambiental, pues quería que sea el eje del contenido. Se había mudado a Quito con su esposo Pablo Palacios, un comunicador social que ayudó a pagar con sus ahorros los inicios de ‘Arcandina’.Los titiriteros y realizadores Memo Segarra y Carlos Valdez se encargaron de confeccionar y dar vida a los títeres. Teleamazonas aceptó transmitir ‘Arcandina’ una vez a la semana y salió al aire en diciembre de 1996 como una coproducción, lo cual implicaba que el canal no financiaba los costos.Aunque tenían varios auspiciantes, nunca lograron obtener rentabilidad, los ahorros se acababan y un año después decidieron suspenderlo. Pero esta primera etapa dio otros frutos, el canal mostró un capítulo en un screening (presentación de programas) internacional en Los Ángeles. Telemundo adquirió los derechos y transmitió ‘Arcandina’ durante dos años en las ciudades de habla hispana de Estados Unidos y en Centroamérica. “Creo que es el único programa nacional que ha tenido tanta difusión”, dice orgullosa.<strong>Nueva etapa</strong><br /> En el 99 volvió a salir durante seis meses con un espacio diario de media hora, donde se priorizaron los conflictos de los personajes, quienes lograron establecer un enlace emocional con los niños telespectadores. Cori, Jagui y Tucán batallan continuamente contra Avariciosus Máximus, un monstruo que ama el dinero y que se hace más fuerte mientras más se destruye el medio ambiente. Ratasura trabaja para él, pero cambia su actitud cuando los ‘buenos’ lo convencen de que está haciendo mal. El mensaje “tú tienes el poder de cambiar las cosas” se refuerza en cada capítulo. El programa recibió en esta etapa unas 1.400 llamadas y cartas de niños al mes.“Si me preguntan por qué mi locura de seguir en esto, no es por los premios ni por el reconocimiento, es por la respuesta que he tenido de esos niños. Hay un poder ahí que está llegando y tengo que encontrar la forma de que esto se continúe difundiendo”, dice.Fue entonces cuando la Universidad John Hopkins, de Estados Unidos, se interesó en el proyecto y organizó varias evaluaciones (por medio de grupos focales y encuenstas en escuelas de Quito), que demostraron el potencial del programa para promover cambios de conocimientos y actitudes.Debido a estos resultados la universidad prestó apoyo para producir 22 nuevos spots o programas de un minuto, que se transmitirán en Cuba, México, Bolivia y Colombia. Uno se ha exhibido en el país, por medio de Telerama y TV Hoy.María Elena siempre buscó más de un recurso para difundir su trabajo. Para darle más énfasis a la educación ambiental, el año pasado se estableció la Fundación Arcandina, a la que Pablo, su esposo, ahora dedica todo su tiempo, ya que ella debe encargarse también de sus dos hijas, Isabella, de 2 años, y Antonella, de 1.La fundación distribuye el Arcamail, un boletín para mantener informadas a las instituciones educativas; reparte un texto guía en escuelas sobre cómo implementar proyectos de conservación ambiental (reforestación, manejo de desechos, ahorro de energía) y prepara videos que pueden servir como ayuda didáctica.<strong>El futuro</strong><br /> María Elena acaba de llegar de Ginebra, donde el mes pasado acudió al primer seminario de la fundación Schwab, cuyo premio para los emprendedores consiste en capacitación, asesoría y la posibilidad de establecer contactos. El 19 de noviembre irá a Río de Janeiro, al primer Foro Económico Latinoamericano, y en enero del próximo año viajará a Suiza al Foro Mundial, donde tratará de “seducir a los empresarios exitosos para que inviertan en ‘Arcandina’”.Todavía le sorprende cómo su programa tomó tan grandes proporciones. Si logra auspicios, el primer objetivo será comprar un espacio diario para transmitirlo en Ecuador, y considerando su historia y su empuje, es muy probable que lo logre.Ella está convencida de que la televisión debe ser un generador de cambios sociales positivos. “El poder de la televisión es que, bien hecha, tiene una capacidad impresionante para establecer y cambiar formas de pensar”, enfatiza. “Para mí no es tan importante repetir una vez más que los programas que hacemos son malos, sino llamar la atención sobre los buenos espacios que dejamos de hacer”.