El partido Republicano logró recuperar el control del Senado y fortalecer su mayoría en la Cámara de Representantes, gracias a la inmensa popularidad del presidente de Estados Unidos George W. Bush.
 
Esto se debe bastante a que el presidente goza de altos índices de popularidad. Ha sido el presidente que más tiempo ha logrado sostener una popularidad tan alta en la historia moderna, declaró el martes en la noche Terry McAuliffe, director nacional del Partido Demócrata.
 
Walter Mondale, una legendaria figura del partido Demócrata, perdió en Minnesota, en su disputa por una banca del Senado frente al republicano Norm Coleman. De esa forma, los republicanos tomaron un claro control de la Cámara Alta, con 51 escaños sobre un total de 100.

La mayoría demócrata en el Senado, de apenas un voto, se perdió cuando los republicanos ganaron escaños en Georgia y en Misuri y retuvieron las bancas en encarnizadas disputas en Texas, Carolina del Norte y New Hampshire. Los demócratas ganaron una banca en Arkansas pero eso no resultó suficiente.
 
En conjunto, los demócratas consiguieron más gobernaciones, pero perdieron en sus bastiones de Massachusetts y Maryland. Además, demócratas sureños no fueron reelectos en Georgia y en Carolina del Sur. Jeb Bush, hermano del presidente, ganó la reelección como gobernador de Florida, pese a que McAuliffe había prometido que los demócratas tenían como prioridad triunfar en el estado que les impidió acceder a la presidencia en el 2000.
 
Varios líderes demócratas admitieron que la popularidad de Bush y su intenso peregrinaje por el país en las semanas previas a los comicios fueron la clave de la victoria.
 
Creo que el 11 de septiembre, la guerra en Iraq, todo eso sumado a la popularidad de un presidente que hizo campaña activa, pues entonces..., indicó McAuliffe, sin completar la frase.
 
El índice de aprobación de Bush se ha mantenido por encima del 60%, a pesar de una economía desacelerada y dudas en torno a su política sobre Irak.
 
Fue también patente la falta de interés del electorado.
 
Después de dos años de actividad política, el país va a quedar donde estaba hace dos años, dijo el estratega demócrata Doug Sosnik.   No hubo un verdadero debate en esta campaña, de manera que nada se resolvió y en ningún momento se discutieron los grandes problemas.
 
El déficit presupuestario, la economía desacelerada, la posibilidad de guerra con Iraq, la reforma del sistema jubilatorio, la reforma de la ley de impuestos: ninguno de estos temas fue abordado por los republicanos ni los demócratas, temerosos de perder siquiera unos pocos votos en un panorama dividido.
 
En la campaña del 2000, Bush prometió que propondría leyes que permitan a los ciudadanos invertir una parte de sus aportes jubilatorios en la Bolsa: éste era su remedio para un sistema en peligro de quebrar cuando la generación de la posguerra empiece a cobrar su jubilación. Pero el presidente casi no mencionó este asunto en los 23 estados donde hizo campaña por candidatos republicanos desde fines de septiembre.
 
Los candidatos republicanos amordazaron a Bush cuando las encuestas revelaron que los demócratas podían ganar votos al acusar al partido gobernante de privatizar la jubilación.
 
A mediados de año, los demócratas esperaban ganar votos con la debilidad de la economía y tras una serie de escándalos empresarios que parecían rozar la Casa Blanca, conocida por su amistad con la gran empresa. Pero no pudieron convencer a los votantes que Bush era el culpable de los males económicos del país.