Aterrados turistas huían este lunes de la isla de Bali tras un mortífero atentado terrorista contra un club nocturno que dejó un saldo de por lo menos 188 muertos. Entre tanto, la embajada de Estados Unidos en Yakarta ordenó que su personal no esencial y sus familiares abandonen Indonesia.
Muchos de los muertos por las dos bombas que destruyeron el sábado parte del distrito de clubes nocturnos de Playa Kuta, en la isla de Bali, eran turistas de Australia. Había también visitantes de Canadá, Gran Bretaña, Alemania y Suecia.
Empleados de hospitales dijeron que 188 personas murieron. El gobierno de Australia dijo el lunes que se había confirmado la muerte de 14 ciudadanos de ese país. Otros 110 resultaron heridos, y casi 220 figuran como desaparecidos.
Ningún grupo se atribuyó la responsabilidad por el peor atentado terrorista en la historia de Indonesia. Pero se sospecha que sus instigadores fueron miembros de la red terrorista Al Qaeda, y un grupo asociado, Jemaah Islamiyah, que desea establecer un estado pan-islámico a través de Malasia, Indonesia y el sur de Filipinas.
Sin embargo Abu Bakar Bashir, el presunto líder del grupo, negó el lunes toda participación en el atentado, y dijo que en realidad el ataque había sido obra de Estados Unidos.
En Yakarta, la embajada de Estados Unidos ordenó a todo el personal no esencial y a sus familiares abandonar Indonesia.
Esta no es una partida voluntaria: es una orden, dijo Greta Morris, vocera de la embajada.
Las calles y playas de Bali quedaron vacías de turistas, pero los pocos que decidieron quedarse se quejaron de que la policía no había hecho nada para aumentar los patrullajes y la vigilancia.
El jefe de policía de Bali, general Budi Setiawan, dijo que una unidad de élite de la policía habían sido emplazada en los principales sitios de Bali. Sin embargo, la presencia de esa fuerza no era evidente en el aeropuerto o en otros sitios públicos donde se habían congregado nerviosos turistas.