Este es el único rastro, además de los casquillos de bala, que ha dejado el francotirador a los investigadores.

Unos 60 agentes del FBI procesan a diario miles de llamadas telefónicas con pistas creíbles. Pero, los esfuerzos han sido en vano, porque el impredecible francotirador no ha cometido ningún desliz que permita su captura.

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Según la Policía, fue un descuido o “error tonto” lo que en el pasado ha ayudado a la captura de criminales como el asesino en serie David Berkowitz, que aterrorizó a Nueva York en los años 70, o Timothy McVeigh, detenido por conducir a alta velocidad tras el atentado de Oklahoma.