Los brasileños comenzaron a votar el domingo en elecciones generales que podrían entregar la presidencia del mayor país latinoamericano, en un hecho histórico, al ex obrero metalúrgico de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva.
 
Lula, de 56 años y quien perdió la falange de unos de sus dedos cuando trabajaba como tornero mecánico, mantiene una amplia ventaja sobre sus rivales según todas las encuestas de intención de voto.
 
Sin embargo, los sondeos indicaban que el líder del Partido de los Trabajadores (PT) aún no contaba con la mayoría que le otorgaría la presidencia este mismo domingo, para lo que se requiere obtener la mitad más uno de los sufragios validos.
 
Si Lula, un ex líder sindical de constitución robusta y tupida barba, no logra un triunfo definitivo este domingo, deberá ir a una nueva ronda electoral el 27 de octubre con el segundo candidato más votado.
 
Ese lugar lo disputan el oficialista José Serra, del Partido de la Social Democracia (PSDB) del saliente presidente Fernando Henrique Cardoso, y el ex gobernador de Río de Janeiro Anthony Garotinho, del Partido Socialista Brasileño (PSB).
 
Cuando se abrieron las urnas a las 08h00 (hora de Brasil), largas filas de votantes se formaron ante los 406.000 puestos electorales, donde el sufragio se realizaba en forma electrónica.
 
El primer candidato presidencial en votar fue Garotinho, quien lo hizo en Río de Janeiro menos de dos horas después de iniciado el comicio, y lo siguió de inmediato Lula, quien tras sufragar extendió y besó una bandera brasileña en Sao Paulo.
 
Más de 115 millones de brasileños están habilitados para emitir su voto, que es obligatorio para los mayores de 18 años y optativo a partir de los 16. 
 
La prensa local reportó gran afluencia de electores en todo el país, sin que se registraran incidentes de gravedad, luego que se estableció un enorme operativo de seguridad que involucró a fuerzas policiales y militares, principalmente en la conflictiva región metropolitana de Río de Janeiro.
 
La perspectiva de una victoria de Lula, a quien un último sondeo le otorgó un 45% de apoyo -26 puntos porcentuales por encima de su inmediato seguidor- ha renovado las esperanzas de un cambio político y económico para millones de brasileños que viven en la pobreza.
 
La encuesta, divulgada en la noche del sábado por el Instituto Datafolha, otorgó a Lula un 45% de las intenciones de voto, seguido en un virtual empate técnico por Serra, con 19, y Garotinho, con 17%.
 
Lula, que moderó su combativo discurso del pasado y encaró su actual y cuarto intento de llegar a la presidencia aliándose con un partido de centroderecha y con el magnate textil José Alencar como compañero de fórmula, encarna para parte de la población la esperanza de un cambio en las políticas de Cardoso, quien cumple el segundo de dos mandatos consecutivos iniciados en 1995.
 
Serra debió cargar en la campaña con el peso de ser el candidato de la coalición gobernante, en un momento en que el oficialismo se encuentra desgastado tras casi ocho años en el poder y el descontento de la población es creciente debido al fuerte desempleo y una incesante violencia urbana.
 
"Que Dios bendiga al próximo presidente de Brasil, cualquiera que sea", dijo Garotinho, un pastor evangélico, al llegar a la escuela donde sufragó. "Estoy tranquilo, confiado de que el pueblo brasileño va a bendecir al país con su voto".
 
Serra y el presidente Cardoso también tenían previsto votar durante la mañana en la ciudad de Sao Paulo, la mayor del país.
 
El cuarto candidato con fuerza importante es el centroizquierdista Ciro Gomes, que cuenta con un 11% de las intenciones de voto luego de haber escoltado a Lula semanas atrás, según los sondeos.
 
Los brasileños también escogerán a 27 gobernadores para los 26 estados del país y el Distrito Federal, y legisladores federales y estatales.    El liderazgo de Lula en la carrera presidencial brasileña, en un país de 170 millones de habitantes donde al menos 40 millones vivien en la pobreza, puso en alerta a numerosos inversores en Brasil, para los que el pasado socialista del ex sindicalista supone un potencial riesgo para el manejo de la economía local, que arrastra una pesada deuda de 260.000 millones de dólares.
 
El operativo de seguridad, montado en once estados del país, tiene su centro en  Río de Janeiro, la ciudad más emblematica del país, donde 40.000 efectivos respaldados por helicópteros custodian las calles luego de amenazas sobre posibles acciones de bandas de narcotraficantes de perturbar los comicios.