Por su brillante accionar en las letras nacionales y ejemplar trayectoria como maestro y ciudadano, el doctor Ángel Felicísimo Rojas acabó de recibir de la Universidad de Guayaquil la investidura de Doctor Honoris Causa en Literatura, rama en la que es máximo exponente del país.

Acto que fue rubricado por el meritorio gesto de nuestro alcalde quien le entregó las llaves de la ciudad. Por primera vez en la historia las recibió un compatriota ilustre, en este caso de Loja, ya que siempre las han dado a presidentes y personalidades del exterior.
Revivieron mis recuerdos de colegiala del Normal Rita Lecumberri, con nuestro maestro, el Dr. Rojas, de quien admiramos su riqueza de lenguaje y saber en toda rama, por lo que su presencia imponía respeto y aprecio.

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 Siempre impecable, con dominio de sus reacciones y  tono de voz, jamás faltó a clase ni llegó atrasado. Jamás un castigo. Como  cultor del idioma bajaba puntos por ortografía, y  no existía reclamo. Él identifica a mi promoción (42-43) por los recuerdos que guarda de nosotras. Según él, le hicimos fácil sus clases de lógica.
Olga Valverde de Caputi
Guayaquil

El viernes 6 de septiembre me sentí, seguramente, como los ganadores del premio mayor de la Lotería de Guayaquil, con la diferencia de que mi premio aunque nunca se acaba, con el tiempo cada vez será más escaso, por lo tanto más valioso.

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Y es que mi abuelo Ángel F. Rojas, recibió una distinción. Muchos hombres importantes alababan su inteligencia, lo valioso que él había sido para el mundo literario y la educación ecuatoriana, tal novela, tal cuento... Decían “fue mi maestro”, “mi mentor”...

Yo asombrado veía que le rendían pleitesía, pero nadie señaló que detrás de todo hay un ciudadano, quien pese a haber ocupado cargos públicos, es honesto. Me reconforta que, aunque exista la “mancha negra”, como denomina mi abuelito a la corrupción, todavía se reconozca la inteligencia y sobre todo la decencia.
Ángel M. Rojas Encalada
Guayaquil