La Voz de América Latina, la argentina Mercedes Sosa, cerró anoche el mes de arte y cultura de la capital ecuatoriana, interpretando a otros famosos cantautores como Silvio Rodríguez, León Gieco, Pablo Milanés y Violeta Parra.

Extremadamente pausada al caminar, Sosa apareció en el escenario en medio de las ovaciones de sus seguidores que apenas llenaron cerca de la mitad de un coliseo con capacidad para unas 14.000 personas pese a que el Ayuntamiento, que organizó el concierto, se aseguró de ofrecer entradas a bajo coste.

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Al coro de "tengo tantos hermanos que no los puedo contar y una hermana tan hermosa que se llama libertad", Sosa arrancó nostalgias del público, que la aclamó en un concierto de cerca de dos horas que abrieron artistas ecuatorianos como "Pueblo Nuevo" recordando a Víctor Jara en una de sus interpretaciones.

El público, en el que se dejaban ver innumerables cabezas canas, no cesó de recordar al cubano Pablo Milanés en "Años" y como evocando vivencias personales, cientos de voces se unieron en "...el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, el amor no lo reflejo como ayer..."

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Sosa siguió cantando luego "Como la cigarra" y estremeció muchos corazones desde un sencillo escenario en el que permanecía casi inmóvil y dibujando las canciones con ligeros movimientos de sus manos, moldeando recuerdos, removiendo conciencias.

Sosa, nacida en Tucumán hace 67 años, dio "Gracias a la Vida" y a Violeta Parra, coreando con pasión la famosa canción que terminó de interpretar con los brazos en alto y cerrando sus manos en un puño, lo que emularon los espectadores, rompiendo en aplausos y gritos.

Las notas de un bandoneón acompañaron a Sosa en "El cosechero", que llegó sin descanso, como todas las canciones que interpretó en Quito, presentando el título y el autor, sin mayores comentarios.

Ataviada con un vestido negro, una capa roja y una bufanda celeste, llevó entonces con su voz al escenario a su compatriota Fito Páez, le siguió un tango y luego "Razón de vivir", de Víctor Heredia, despertando el ángel de la nostalgia entre quienes con el sentimiento a flor de piel la acompañaban en un sonoro coro.

Con su peculiar voz, "La Negra" recordó luego a Silvio Rodríguez con "Oh melancolía" y las palmas se multiplicaron mientras interpretaba "Sólo le pido a Dios", de León Gieco, y cientos de voces pedían que ni lo injusto ni la guerra les sea indiferente.

Al ofrecer canciones de su nuevo disco, expresó su esperanza de que los temas lleguen pronto a Ecuador y otros países por lo que pidió celeridad a las empresas de discos para "no estar cantando cosas tan antiguas", según dijo en una de las pocas veces que se dirigió al público con comentarios.

"Una canción por ti", de Víctor Heredia, siguió en el repertorio que con "Cambia todo cambia" levantó de los asientos a los espectadores que al terminar el concierto quedaron nostálgicos y con ganas de seguir escudriñando en el pasado y soñando en un futuro mejor.

Y es que aunque quedó el sinsabor de la ausencia de famosas canciones cargadas de contenido social y político, la voz de Sosa retumbó con su característico magnetismo que hace imposible olvidar épocas de profundas convicciones sociales, de "etapas dolorosas que es mejor no olvidar para evitar que se repitan", dijo un espectador.

Mercedes Sosa, la intérprete de los mejores compositores del continente americano, demostró en Ecuador que se ha quedado en la memoria de muchos y que entra con paso firme incluso en las nuevas generaciones.

Sosa está consciente de que su público no tiene edad. "La quieren ver y oír pasados, pasaditos, jóvenes y criaturas. En ella se encuentran y se funden las viejas y nuevas corrientes de la música americana", se señala en su portal de Internet.

Es -añade- "como una madre con los brazos abiertos que lo recoge todo y lo reparte luego en voz alta, para que la escuche todo el continente"