Matilde Urrutia, la tercera y última esposa del poeta chileno Pablo Neruda, tenía un pasado oscuro como proxeneta de niñas en Perú, pero su esposo se encargó de que no saliera a la luz, según informó un diario argentino. Con el título de Maldición eterna a quien lea estas páginas y la firma de Sergio Gómez, el matutino Página/12 publica los resultados de una investigación acerca del secreto de Matilde Urrutia, que se guardó durante años por un pacto de amor con su esposo, premio Nobel de Literatura.
Según Gómez, Matilde pasó quince años cantando en “tugurios oscuros” de Antofagasta, Arequipa, Buenos Aires, Lima, México y Tacna. En 1944 tenía como pareja a un bailarín argentino y juntos llevaban espectáculos a pueblos y ciudades del norte de Chile y el sur de Perú, pero “el negocio no andaba bien y su amante le exigía mejorar las ganancias”.
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Para ello engañaban a muchachas chilenas menores de 21 años, a las que quitaron los documentos y obligaban a prostituirse, señala el diario. El negoció acabó cuando un diplomático chileno fue con un amigo al cabaré de puerto Callao donde cantaba Urrutia. Las jóvenes chilenas denunciaron lo que hicieron el bailarín y Urrutia. El diplomático informó a la Cancillería de Chile y facilitó nuevos pasaportes a las 31 chicas. Urrutia y su pareja huyeron a México y seis años después ella inició relaciones con Neruda, cuando este estaba casado con Delia del Carril.