Ronaldinho, el jugador señalado por Pelé como el mejor dotado técnicamente de la selección de Brasil que participa en el Mundial 2002, regresa al equipo de "Felipao" Scolari para alimentar su sueño de pentacampeón tras cumplir una sanción de un partido de suspensión.
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Ronaldinho Gaúcho fue expulsado en el encuentro de cuartos de final contra Inglaterra (2-1) tras una falta a Danny Mills, con lo cual Brasil jugó en inferioridad numérica los últimos 33 minutos.
Pero antes de ello había hecho lo suficiente para convertirse en el mejor jugador del encuentro con dos apariciones estelares coronadas con los tantos de la victoria del conjunto brasileño.
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Una jugada de antología y una impecable cesión a Rivaldo para que éste abriera el marcador en la primera parte, y un tiro libre suyo que superó por lo alto al portero David Seaman y se clavó en la escuadra en la segunda mitad del partido, comenzaron a dar forma a la ilusión brasileña de alcanzar el quinto título de campeón mundial.
Ronaldinho, o Ronaldo de Assis Moreira, jugador de 22 años del Paris Saint Germain francés, es el as que el seleccionador Luiz Felipe Scolari tenía en la manga para ese crucial partido, el cuarto de la historia de los mundiales entre ambos equipos, de los que Brasil ganó tres y uno terminó en empate.
Con una alineación con cinco defensas, cuatro centrocampistas y un punta, Scolari necesitaba que el peso específico de una de las grandes figuras con las que cuenta inclinara la balanza, y ése ha sido Ronaldinho.
El ex futbolista del Gremio de Porto Alegre, que lleva marcados 12 tantos con la selección de Brasil, debutó como goleador en el equipo "canarinho" en 1999, en un encuentro en el que goleó por 7-0 a Venezuela en la Copa América de Paraguay.
El delantero, entonces con 19 años, salió al campo en los minutos finales del partido que se jugó en Ciudad del Este y al cabo de pocos minutos volvió locos a los defensas adversarios. Marcó un gol con un remate que aún hoy se recuerda como el mejor gol de aquella competición y ese día nació una estrella
"Fue ahí que comenzó mi carrera", comentó en numerosas ocasiones el fenomenal futbolista, cuyo ascenso planteó un problema serio para el entonces seleccionador Wanderley Luxemburgo, pues en su libreto táctico los titulares eran Amoroso y el otro Ronaldo, el astro del Inter italiano y actual goleador del Mundial de Corea y Japón.
Ronaldinho fracasó con el equipo de Luxemburgo en los Juegos Olímpicos de Sydney y se abrió para él un paréntesis en el que quedó a la sombra de otros jugadores. Su desvinculación del Gremio y su traspaso al París Saint Germain se tornó un caso de película que obligó a la FIFA a batir el martillo para poner orden.
Pero Ronaldinho, al fin y al cabo un "garoto", volvió a la selección de Brasil, le ganó el puesto a Luizao y ahora es el motor creativo de un equipo que necesita abastecer más que nunca a Ronaldo y a Rivaldo frente a las porterías rivales.
Brasil suma con el regreso de Ronaldinho Gaúcho lo que Alemania resta con la baja de Michael Ballack, el jugador que con sus goles puso al conjunto de Rudi Voeller en las semifinales y en la final, inhabilitado por acumulación de tarjetas amarillas en los partidos contra Paraguay y Corea.
Si los que saben jugar, juegan, Brasil tendrá ventajas sobre Alemania en la final, pero si la inercia del fútbol rácano, mezquino, timorato que se ha impuesto en este Mundial se traslada a la final, las previsiones caerán en saco roto.