El parto no se había presentado fácil. A las once y cuarto de aquella noche otoñal todo había concluido. Un nuevo niño, otro malagueño más, llegaba a este mundo. Pablo Ruiz Picasso acababa de nacer. En este día, martes 25 de octubre de 1881, comenzaba la vida de un hombre que con el tiempo se convertiría en mito y, como todo mito, entraría en la leyenda.
Con estas líneas, contenidas en el libro Picasso en su infancia, el periodista malagueño Pedro Luis Gómez nos introduce en una parte de la vida del genio que muchos no llegan a descubrir. La obra, escrita por sugerencia de la Reina Sofía de España, se basa en una serie de trabajos que Gómez publicó en el diario Sur de Málaga.
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Curiosas anécdotas que son producto de largos años de investigación y de conversaciones con familiares y estudiosos del maestro de la pintura moderna, están encerradas en esta publicación, de la que se editaron 50.000 ejemplares.
En su presentación, realizada el pasado viernes en el Instituto Cervantes de Nueva York, Gómez no habló del Picasso pintor o ese genio adulto más conocido por todos, sino del Picasso niño y de esa infancia malagueña que marcaría definitivamente su vida como artista. El libro, que se tradujo al inglés y al alemán y obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo, desarma el falso rumor de que Picasso y Málaga, su tierra natal, se habían divorciado.
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Gómez une testimonios de Manolo Blasco, primo de Picasso; su nuera Christine; Carmen Giménez, la futura directora del Museo Picasso; el catedrático londinense John Goldin; su sobrino Javier Vilató, y otros allegados al pintor.
A través de estos contactos, Gómez reconstruye los primeros años de vida de un genio que “nació casi muerto” -o “azul” como uno de sus períodos artísticos- y que jugaba en la Plaza de la Merced con las palomas, uno de los animales que más representa en sus pinturas.