No hubo secretos ni mentiras, de hecho nunca los ha habido en la honestidad y el oficio de Mike Leigh, quien obtuvo ayer en Cannes con All or nothing la aprobación general de la crítica, que ya considera la película una de las favoritas al Palmarés del Festival.
“Es sobre todo una historia muy emocional que se enfrenta a los valores de la familia, el amor, sus relaciones y la lucha por mantener la dignidad”, explica el director. All or nothing es un drama doméstico, ambientado en el sureste londinense, que explora la intimidad y los sentimientos del lado oscuro de la naturaleza humana y los expone, con detalle, a través de las vidas de personajes corrientes de uno de los suburbios más pobres de la capital.
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Después de 30 años de oficio el método del cineasta británico es igual: él y sus actores conviven durante meses antes del rodaje, sin guión previo.
“Durante este tiempo de ensayo exijo a mis chicos mucha concentración para que logren, primero crear sus personajes, para luego sumergirse en ellos con mayor convicción, donde las vivencias con los demás y su capacidad de adaptación al entorno sean su mayor riqueza. El resultado de esta densa y compleja convivencia es lo que vierto en la historia. All or nothing fue uno de mis trabajos más meditados. Seis meses de fatigosa preparación precedieron los tres de rodaje”, expresa el realizador.
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Leigh explica su dedicación al retrato de la clase marginal inglesa porque “ya hay cineastas que se encargan de reflejar las vidas de la clase alta. Para mí, profundizar en las existencias de la gente corriente es una especie de misión personal. A mis 59 años ya he visto muchas cosas. Y la experiencia me enseña que no hay situaciones ni personajes simples. Cuanto más vives, más compleja y diversificada se vuelve tu visión del mundo. No me enfrento a la historia con un guión establecido, sino con lo que aprendo a través del día a día junto a los actores que encarnan esas emociones”.
La historia de All or nothing sirve a ese propósito. El amor y la felicidad entre Penny, una cajera de un supermercado, y su marido Phill, un chofer de taxi, gentil y filosófico, casi se ha desvanecido con la rutina y problemas de la vida cotidiana. Su hija Rachel se ocupa de la ingrata tarea de la limpieza de un asilo de ancianos, mientras que Roy, su hermano, es un holgazán, grosero y agresivo, a quien rechazan todos menos su familia. Pero cuando una crisis cardiaca de Roy los ponga a prueba, todos responderán demostrando su calidad humana.
Leigh es una asidua presencia en el certamen francés. Con su filme Naked logró notoriedad al obtener el premio al mejor director en 1993. Tres años más tarde, Secretos y mentiras lo laureó con la Palma de Oro. Ahora All or Nothing puede volver a colocarlo en la vanguardia del cine europeo.