La expulsión por los pezones de una secreción de contenido lechoso y la falta de menstruación que puede conllevar a una infertilidad son algunos de los síntomas que produce el exceso de prolactina, en una mujer no embarazada ni lactante.

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¿Qué es la prolactina y por qué causa estos estragos? Para entenderlo hay que saber dónde exactamente se produce esta sustancia.

Uno de los huesos de la base del cráneo se denomina  esfenoides y tiene en su parte central un espacio hueco llamado silla turca en la que se aloja la glándula hipófisis, encargada de producir siete hormonas diferentes que estimulan al resto de glándulas y órganos. Una de esas hormonas es la prolactina o PRL, que actúa sobre la glándula mamaria durante el embarazo y la lactancia para que haya producción de leche materna.

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“Cuando el bebé suspende definitivamente la succión del pezón, al poco tiempo desaparece la acción de prolactina y por ende, la leche”, dice el doctor Alfonso Roldós Garcés, especialista en medicina interna y endocrinología.

Sin embargo, cuando la PRL está por encima del valor normal (25 nanogramas por mililitro) y la mujer no está embarazada ni dando de lactar, se presenta una enfermedad llamada hiperprolactinemia, que es el aumento exagerado de la prolactina.

Esta elevación, dice el especialista, se debe al efecto de una serie de medicamentos y enfermedades.  En el primer caso están los antidepresivos,  sedantes, opiáceos, marihuana, entre otros; y en el segundo, cirrosis hepática  (degeneración del hígado con aspecto duro), una encefalitis (inflamación del cerebro),  tumores del riñón, un hipotiroidismo (disminución de la hormona tiroides) y  sobre todo, por el estímulo de la succión permanente del pezón y  manipulación de la glándula mamaria.

“Si el nivel de prolactina en la sangre es mayor a 100 ng/ml es probable que sea por la presencia de un tumor benigno (no canceroso) dentro de la hipófisis, llamado prolactinoma”, asegura la endocrinóloga, doctora  Paulina Flórez Cuevas.

Para comprobarlo, indica el Dr. Roldós, la persona debe someterse a una tomografía computarizada y a una resonancia magnética. En la primera se toman imágenes de cortes transversales de la hipófisis; y en la segunda, vistas bidimensionales de la estructura interna de la glándula.

Trastornos
La expulsión por los pezones de una secreción y la falta de menstruación se debe, explica la Dra. Flórez, a que cuando existe un aumento excesivo de  la prolactina, también se produce en la glándula  hipófisis un bloqueo de las células secretoras de las hormonas luteinizante (LH) y folículo- estimulante (FSH).  Estas son las encargadas de estimular al ovario (gónada sexual femenina) para que produzca, a su vez, otras hormonas conocidas como estrógenos y progesterona y se lleve a cabo la ovulación y sea posible un embarazo. Pero como están disminuidas se producen los trastornos.

Incluso, al disminuir los estrógenos a nivel sanguíneo, explica el ginecólogo, Dr. Iván Altamirano Barcia, puede aumentar el riesgo de osteoporosis, enfermedad en que los huesos se ponen frágiles con tendencia a sufrir fracturas, por la falta o escasez de esta hormona indispensable para el buen desarrollo mineral óseo.

Dismimuye el deseo sexual
Otro problema que causa la prolactina elevada en la mujer es una disminución del apetito sexual o libido, “ya que indirectamente hace que los andrógenos (hormonas encargadas de esta función) disminuyan también”, agrega el Dr. Altamirano.

Aunque la hiperprolactinemia es un padecimiento que afecta a las mujeres, también puede presentarse en los hombres cuando tienen en la glándula hipófisis un prolactinoma, dice la Dra. Flórez.

Los varones, como no tienen mamas por donde secretar la leche,  presentan un hipogonadismo. Es decir, la reducción de la testosterona (hormona sexual masculina) que se manifiesta con disminución de los caracteres sexuales secundarios, por ejemplo: escasez de vellos o bigote, disminución del deseo sexual o impotencia (incapacidad para mantener una erección), entre otras.

Medicamentos
El tratamiento para regular la prolactina elevada depende de la causa que la produce, dice el Dr. Altamirano. Si es por un motivo fisiológico o por prolactinomas que miden menos de un centímetro de diámetro, se trata solo con medicamentos.

Generalmente se utiliza una droga llamada bromocriptina que inhibe la producción de prolactina y se ingiere a diario durante uno o tres meses. Se emplea otra, la cabergolina,  por cuatro semanas; se toma una o dos grageas semanales.

Lo importante, asegura el Dr. Alfonso Roldós, es no dejar de tomar los medicamentos mientras dure el tratamiento (meses o años), ya que el  suspenderlo podría provocar que comience otra vez la producción exagerada de prolactina y en caso de tener tumores, que vuelvan a crecer.

Las drogas  producen efectos secundarios como náuseas, jaquecas, mareos, vértigos, dolor abdominal, gastritis, ardor estomacal, fatiga, debilidad, dolor a nivel de las glándulas  mamarias, oleadas de calor, depresión y trastornos de la sensibilidad.

Cuando la paciente experimenta trastornos neurológicos por tumores muy grandes que  producen compresión de estructuras vecinas a la hipófisis, como los nervios ópticos que pueden producir ceguera, la segunda opción es operarlos, dice la Dra. Flórez.

La cirugía
El primer método quirúrgico para eliminar el tumor,  según el  neurocirujano,  Dr. Enrique Guzmán Cottallat, se realiza por dos vías:  transcraneal y transefenoidal. La primera consiste en hacer una apertura a través de la porción lateral del cráneo. Luego se separa cuidadosamente el lóbulo frontal del lóbulo temporal (porciones del cerebro) hasta llegar a la base del cráneo, allí se encuentra el prolactinoma y se lo extrae. Es una cirugía complicada que se realiza bajo anestesia general y dura tres horas.

El segundo método es a través de la nariz.  Es el más recomendado por ser menos agresivo. Se introduce  un separador quirúrgico en forma de tubo hasta llegar al piso de la silla turca y extraer el tumor. Lla intervención dura una hora y media.

“En ambos casos, luego de la cirugía el enfermo debe tomar la bromocriptina hasta que la prolactina se estabilice. Deberá reposar  por un mes y alimentarse con dietas suaves”, señala Guzmán.