La Bruja hoy tiene más que nunca cara de bruja. Y eso se debe, además de la curvatura de su nariz, a sus arrugas, abundantes sobre todo cuando ríe. También a que desapareció el afro en su cabeza, una moda que estaba un poco tardía para los 80, cuando alguna reminiscencia hollywoodesca imponía un cabello frondoso, que más bien parecía un manojo de descuido que de elegancia.