Los periódicos de Santiago recomendaron ayer vergüenza y silenciar cualquier reclamación o explicación que pretenda salvar al local Cobreloa de su probable derrota reglamentaria frente al paraguayo Olimpia en los octavos de final de la Copa Libertadores jugado el último martes.
El partido fue cancelado en el minuto 45 por falta de garantías de seguridad y orden, después que un proyectil lanzado desde la tribuna golpeó en la frente al árbitro Ángel Sánchez (argentino), cuando jueces y jugadores se dirigían a los camerinos para el intermedio de descanso.
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Lisa y llanamente fue un acto de violencia repudiable, que debe ser replicado con una sanción, coincidieron los cronistas.
El árbitro sufrió -según el informe médico- un corte leve de menos de un centímetro de largo, pero el impacto le provocó un desmayo que se alargó cinco minutos y obligó a hospitalizarlo durante algunas horas.
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La suspensión del juego, decretada por los jueces ayudantes y el veedor de la Confederación Suramericana de Fútbol (CSF), el argentino Álvaro Castro, no tiene precedentes en los partidos coperos disputados en Chile.
El presidente del Olimpia, Hernaldo Cajes, expresó que su equipo reclamará los tres puntos, pues el artículo 15 del reglamento de la competición señala de forma inapelable que el local será declarado perdedor 0-2 cuando un juez sea agredido por hinchas o jugadores dueños de casa.
La CSF, con el informe de los árbitros y el veedor, podrá también castigar al estadio, marginándolo del torneo.
Sánchez también sufrió un intento de agresión en el partido por eliminatorias que hace un año jugaron en Quito las selecciones de Ecuador y Paraguay. En aquella ocasión el agresor entró al terreno pero no pudo impactar con un golpe de puño al juez, que esquivó la acción.