Ayer en el Festival Encuentros del otro cine, Joseph Morder exhibió su obra cinematográfica.
Los guayaquileños, acostumbrados en su mayoría al cine estadounidense, también gustan del otro cine. De ese que pocas veces se exhibe en las salas comerciales. Del que no recibe premios de Hollywood y cuyos protagonistas no son estrellas con superlativos sueldos, sino gente de carne y hueso que habla de la vida diaria de sus desesperanzas y pequeñas certezas.
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Ese es el cine documental, el que constituye una radiografía de la realidad y que se exhibe en Guayaquil desde el pasado lunes en el Festival Encuentros del Otro Cine, que se realiza en la Casa de la Cultura.
Tal vez ni los propios organizadores pensaron que la aceptación en Guayaquil iba a ser tanta. Quizá imaginaron que la sala José Martínez Queirolo, donde se realiza, iba a quedar grande. Pero cada noche el recinto que lleva el nombre del mayor dramaturgo ecuatoriano se repleta. Incluso hay gente que se queda afuera.
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El pasado martes fue la noche que más público acudió. Hubo entusiasmo por ver Memorias de un judío tropical, documental del cineasta francés Joseph Morder, quien vivió su infancia en Guayaquil, tema del cual habla en el filme.
La proyección de la cinta estaba señalada para las 19h00 y antes de esa hora había una larga columna de personas, quienes con boleto en mano esperaban para ingresar. Acudieron estudiantes de comunicación, pintores, escritores, actores, profesores, abogados, economistas, amas de casa. Jóvenes y adultos. Todos querían ver esas memorias, reconocer a Guayaquil en aquellas imágenes que hablan de la urbe donde habitan.
Fueron muchos los que no alcanzaron entrada. Tuvieron que adquirir boletos para la función de las 21h00. Solo que a esa hora no se proyectaría la misma cinta, sino otra. ¿Y se la va a exhibir después? preguntaban algunos, resignados a no entrar.
“Para mí este es un sueño que se realiza. Esta película es hecha para ustedes”. Era la voz de Joseph Morder, quien con esas palabras dio la bienvenida al público. En el filme no hay ninguna imagen de Guayaquil. Pero el tono intimista con que está realizado, remite, a esta ciudad tropical. Es una nostalgia por la infancia perdida, por la ciudad que vive en los recuerdos de un adulto llamado Joseph. Los aplausos para el filme fueron intensos. Cuando terminó eran casi las 21h00. Había que desocupar la sala. Pronto comenzaría la nueva función.
PARA HOY
Se exhibirán XV en Zaachila, de México; No hay cama pa’tanta gente, de Colombia; De cuando la muerte nos visitó, de Ecuador; Noticias de una guerra particular, de Brasil; y Un tiquete para baños públicos, de Francia.
Mañana, a las 17h00, Nema problema, de Chile; Los colores de Tigua, de Ecuador y Alemania. Nostalgia del futuro, de Francia.