¿Alguien puede imaginarse que una endeble mujer que vivió a principios de 1800, cuando el conocimiento estaba vedado al sexo femenino; que no vio el mundo, porque era enfermiza, que murió de tuberculosis a los 30 años y que según muchos ni siquiera se enamoró nunca, haya podido escribir uno de los libros más inquietantes de la literatura universal?