Escribió su novela entre 1995 y 1999, cuando el conflicto del Cenepa era todavía un fantasma para los ecuatorianos. El año que la terminó la presentó al Cuarto Concurso Nacional de Literatura Municipalidad de Guayaquil, que convocó la Casa de la Cultura Ecuatoriana, y obtuvo el primer premio, con lo cual se ganó también el derecho de publicación de la obra.

Sin embargo, Los senderos de Emaús, nombre del libro del escritor Hans Behr Martínez, no vio la luz sino dos años más tarde: en octubre del 2001, cuando lo editó la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas, en su colección Letras del Ecuador.

Publicidad

El bautizo de la obra estaba previsto para el miércoles pasado. Pero aunque hubo un acto en la Casa de la Cultura y el autor y el público se congregaron en el sitio, el presentador nunca llegó. El escritor Marcelo Báez Meza, quien era encargado de analizarla y que coincidentemente en 1999 fue parte del jurado que la premió, no acudió. Destino azaroso de esta novela. Sin embargo, desde ese día entró en circulación.

Behr, su autor, es un hombre de 39 años que obtuvo el título de tecnólogo de alimentos en la Espol y trabaja en una empresa que se dedica a la línea farmacéutica, donde se desempeña como coordinador nacional de mercadeo. Contrariamente a lo que podría pensarse, esta actividad no se contrapone con su oficio literario y es el primero en reconocerlo.

Publicidad

“Si uno está sintonizado con la literatura, todo lo que hace lo vuelca allí: personas, sitios, lecturas”, comentó hace poco. Es autor de los libros de cuentos Ojos de piquero, que publicó en 1984; y Circo, que dio a conocer a principios de la década del 90. Tiene inédita La promesa, novela con la que participó en 1998 en el concurso de literatura infantil que convoca editorial Libresa.

De su novela Los senderos de Emaús habla poco. Prefiere no extenderse. “Son varias historias las que se cuentan y en medio de todas ellas la historia de un amor profundo y fugaz”, señala. El jurado que la escogió hace tres años como ganadora del concurso de literatura es menos parco: “Es una obra rica en propuestas narrativas y sobria en su construcción y lenguaje, cuyos personajes están diseñados a lo largo de todo el texto”, según dejó constancia en un acta.
 En ese documento exaltó también el desarrollo de la trama, su desenlace y el manejo del humor frente a situaciones tan dramáticas como la guerra del Cenepa. Los escritores Luis Félix López, Jorge Velasco Mackenzie y Marcelo Báez Meza fueron los jueces.

En 164 páginas, Behr cuenta varias historias que se desarrollan en Emaús, una población que nació de la imaginación del escritor, quien tomó como referencia real Macas. La obra parece un gran rompecabezas, en la que cada pieza es importante. Está estructurada por capítulos cortos, que los titula con palabras como angustia, frontera, mina, guerra, granada, cartas, vida, dignidad, paz, esperanza, entre otras.

Después del título reflexiona sobre la palabra que utiliza, en breves líneas en unos casos y en otros en párrafos grandes. Así, por ejemplo, a la felicidad la define como un animal en peligro de extinción, y a la dignidad como una posición irrenunciable.

 De la frase teatro de operaciones dice: “Suena a función nocturna, telones y luminarias. Pero es el sitio de la entremadre, donde no hay aplausos, sí maquinarias temibles, mapas con alfileres rojos y actores desechables”. Una dolorosa e irónica definición.