Hans Behr Martínez es un tecnólogo de alimentos graduado en la Espol y trabaja en una empresa que se dedica a la línea farmacéutica. Se desempeña como coordinador nacional de mercadeo. Pero también es escritor, oficio aparentemente incompatible con su actividad profesional, que él, por el contrario, busca emparentar.“Si uno está sintonizado con la literatura, todo lo que hace lo vuelca allí: personas, sitios, lecturas”, comenta Behr, de 39 años, autor de los libros de cuentos Ojos de piquero, que publicó en 1984; Circo, que dio a conocer a principios de la década del 90; y Los senderos de Emaús, novela que presentará esta noche.El acto se desarrollará, a las 19h00, en el auditorio de la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas (9 de Octubre y Pedro Moncayo, tercer piso). Con esta obra de 164 páginas, que tiene como telón de fondo la guerra del Cenepa, en 1999 ganó el Cuarto Concurso Nacional de Literatura Municipalidad de Guayaquil.“Son varias historias las que se cuentan y en medio de todas ellas la historia de un amor profundo y fugaz”, señala Behr, quien con esta obra, que se publica en la colección Letras del Ecuador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, se da a conocer ante el público como novelista, aunque no es esta la primera novela que escribe. Tiene inédita La promesa, pieza con la que participó en 1998 en el concurso de literatura infantil que convoca la editorial Libresa.Pese a que sus cuentos aparecen en antologías y su nombre se lo asocia con la literatura, su figura es poco conocida. No frecuenta los ambientes literarios de la ciudad. “No es que me aparto porque así lo prefiero, sino que ese es mi modo de ser. Estoy en mi trabajo, con mi familia o haciendo deportes”, señala Behr, que antes de ser coordinador nacional de mercadeo laboró como visitador médico.Sus ratos libres también los aprovecha para leer, escribir y estudiar. Obtuvo el título de licenciado en Lengua y Literatura en la Universidad Abierta de Loja y cuando se retire de la actividad laboral en la que se desempeña, piensa dedicarse a la cátedra. “Uno debe tener sueños para muchos años”, dice este hombre, que empezó a escribir a los 14 años y que lee por igual a Hemingway, Borges, Kafka o Cortázar.No tiene escritores preferidos. Está convencido de que de todos aprende. Tampoco asistió a talleres literarios, en los cuales se forma la mayoría de los escritores ecuatorianos de las nuevas generaciones, pero le parece importante conocer otras visiones sobre su trabajo, por eso alguna vez se reunió con amigos como la poeta Maritza Cino y el narrador Ernesto Torres, para leerse y comentar sus creaciones.