Con el triunfo electoral de Daniel Noboa Azín, se ha volcado una corriente de elogios a su juventud, haciéndose extensiva a todos los de su misma generación. Consideramos valederos, enalteciendo la frase del ilustre patriota guayaquileño José Joaquín Eufrasio de Olmedo y Maruri: “Juventud divino tesoro”. Es la mejor estimación que le han conferido al proceso cronológico de la partida de la adolescencia hacia la llegada inminente a la madurez de la edad cronológica de los cincuenta años. Al medio o contenido de estos dos extremos de años lo llamamos juventud.

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Siempre nos alegramos cuando los jóvenes triunfan, se preparan, estudian, promueven nuevos estilos de vida, de modas, de políticas, cantos, bailes, léxicos. Cuando estos cambios suceden para bien y en mayor proporcionalidad en beneficio de todos, se llama progreso. Con regocijo afirmamos que cuando esto sucede no se trata de un nuevo oleaje pasajero, sino la manifestación innata del ser humano pensante y creativo que con nuevas fuerzas físicas y mentales irrumpen en el ambiente generacional trayendo un aire refrescante de vitalidad y optimismo.

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Los buenos calificativos y también los malos tienen su precio. Tenemos que recalcar que la estima tiene que ganársela cada uno, tanto los jóvenes, los de la tercera edad y los jubilados. Hago una aclaración: los jubilados y los de tercera edad se fusionan en un mismo segmento, pero existen marcadas diferencias, hay personas de edad avanzada que no reciben ningún estipendio jubilar y para cubrir sus necesidades tienen que sortear difíciles obstáculos. Motivo por el cual deben ser acreedores de un beneficio social.

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Los jubilados somos un estamento poblacional que inyecta grandes flujos de dinero a la economía nacional de manera fluida los días 20 de cada mes, con el cobro de pensiones. Además es una numerosa y desorganizada fuerza social, a pesar de ser la única que cuenta con un gran contingente de reserva, constituida por esposas, hijos, nietos como primera columna de vanguardia y en la retaguardia contamos con sobrinos, yernos y nueras.

Fuerzas a disposición y que de manera concluyente pueden en el momento dado defender no canonjías sino los derechos, sociales, económicos y futuras reivindicaciones. Se torna incomprensible que Gobiernos de turno dispongan a su libre albedrío, dineros del Biess, IESS e Issfa. Son dineros de los afiliados, dueños cotizantes del dinero presente y del acumulado económico, los dueños son los jubilados. Es inaudito que se planten a “rogar” que les paguen sus pensiones.

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Pareciese que estamos como un punching ball, en espera del golpe con las anunciadas medidas de refinanciamiento de las instituciones de seguridad social para ahí sí emprender la defensa de las instituciones de trabajadores y jubilados, que viene a ser algo así como el fruto codiciado de los inversores financieros.

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La juventud gobernante tiene la obligación de darse la mano con las personas de tercera edad, con los jubilados para mantener la solvencia económica de las instituciones de seguridad social. Teniendo presente que las deudas de estas, por derecho constitucional, son deudas que gozan de privilegio de pagos prioritarios. Pero como cosa de Ripley son a estas instituciones las que las esquilman y poco o nunca le pagan. (O)

César Antonio Jijón Sánchez, Daule