Godfrey Merlen fue mi profesor favorito en el curso de guías de 1992. Representaba mi ideal de hombre: el científico de barba y cabello largo, de mente clara. Y como ocurre con la gente que admiro, me costaba hablarle. Pero allí estaba yo cuando él impartía una charla, o consultando sus publicaciones. Si alguien sabía de las ballenas de Galápagos era Godfrey, quien con su velero Ratty exploró cada rincón de las islas, logrando la primera figura legal por la protección del océano galapagueño: santuario de ballenas.

En 2006 fui testigo de su ingenio y tenacidad, de cómo la persona adecuada, en el momento y con la gente precisa, puede alcanzar grandes conquistas. Godfrey expuso sobre la amenaza del arribo por avión de especies introducidas ante Sven Lindblad (creador de la compañía de turismo que ha recaudado más de 9 millones de dólares para las islas) y Gabriela Sommerfeld, gerenta de Aerogal, entre otros. Cada nave podría transportar accidentalmente hasta 1,4 insectos. La solución era simple. En pocos días, Aerogal realizaba por primera vez la fumigación de sus cabinas, práctica que se estandarizaría desde entonces en todos los vuelos, para minimizar el riesgo de la introducción de insectos.

Godfrey había estudiado agricultura y biología en su Inglaterra natal, donde obtuvo su título de capitán de yates oceánicos. En 1971 llegaría por primera vez a Galápagos reclutado como ingeniero del yate de turismo The Golden Cachalote. Godfrey describiría a las Encantadas de entonces: “Su esencia es una mezcla de lava candente y densa humedad proveniente de las nieblas pasajeras, la costa del mar y el olor de las algas marinas”.

Durante ese periodo estudió la población de pingüinos, cormoranes y operó el sismógrafo de la Estación Científica Charles Darwin. Eventualmente también se convertiría en guía del Parque Nacional Galápagos. Dominaba el dibujo, la acuarela y carboncillo: “Galápagos es una comunidad compleja de organismos que interactúan… mis pinturas son una interpretación personal de estas interacciones, de la relativa paz que existe en el mundo animal. Una paz no obstante interrumpida por la competencia del hombre y las dañinas especies introducidas”. En 1988 publicó la guía de campo de peces de Galápagos.

En 1994, un libro de interpretación para la formación de guías naturalistas. En 1998 apareció la guía de campo de mamíferos marinos, con sus ilustraciones. Y la lista continúa. Era, pues, un hombre polifacético, activista sin parangón; gran parte de los réditos de sus publicaciones y pinturas se destinaban al financiamiento de programas de conservación. Por todo esto, en 2015, la corporación Disney lo nombró Héroe de la Conservación.

Godfrey formaría una familia junto con la científica Noemi d’Ozouville, con quien tuvieron a su hijo, Moz Merlen. Con Noemi realizó estudios sobre el manejo del recurso hídrico. Juntos escribieron: “La supervivencia es el arte de la adaptación, no es forzar a la naturaleza. Utilizando la ciencia aplicada podemos aprender a adaptarnos al ambiente natural y a vivir con la abundancia de agua que nos proporciona”.

Godfrey es un héroe que Galápagos debe celebrar y recordar. Él mantenía que “La dedicación y cooperación interinstitucional con visión de futuro pueden superar cualquier obstáculo”.

Confío en que se divulgue su aporte, pues debería ser inspiración y modelo para las juventudes. Cito las palabras de Fabio Peñafiel: “Fue una de las figuras trans-sociales más respetadas en la comunidad galapagueña general, aun en los tiempos más tensos. Era un genio, casi mago, Merlen/Merlín”.