Unos banderines con diseños ancestrales y de colores amarillo, fucsia y verde colgaban a un costado del lobby del MAAC, en el centro de esta ciudad. Aquello y un altar para muertos resaltaron en esa locación la tarde y noche del martes último.

Ahí, con un video, un conversatorio y un recital de poesía mezclado con una composición musical del roquero Jonathan Salcedo se desarrolló Réquiem 15N, una actividad histórico-cultural en homenaje a quienes murieron el 15 de noviembre de 1922 durante una huelga general, que terminó en la llamada masacre obrera.

Según la historia, los cadáveres fueron arrojados en fosas comunes y en el río Guayas. Desde entonces, y para recordar este suceso, cada año la gente realizaba una peregrinación y lanzaba coronas y cruces de flores a estas aguas.

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Aquella costumbre, que se recordó el año anterior en esta ciudad, fue proyectada en esta actividad, en la que intervinieron el historiador Ángel Emilio Hidalgo, el sociólogo Tomás Rodríguez y el artista Hernán Zúñiga Albán.

Ellos hablaron de este suceso, catalogado como el primer baño de sangre del proletariado ecuatoriano, que se dio en el gobierno de José Luis Tamayo, del Partido Liberal.

Fue poco tiempo después de la Revolución Liberal de 1895 que se inició el desarrollo de la clase trabajadora, que se fortaleció como obrera en 1920, según Ángel Hidalgo.

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Mejoras laborales como trabajar seis días a la semana, ocho horas diarias y un aumento salarial eran parte de las peticiones de los obreros y artesanos, quienes luego habrían cambiado las demandas, tras la asesoría de los abogados que los auspiciaban, recordaron en el conversatorio los panelistas.

La matanza de los protestantes, por parte del ejército, comenzó a las 14:00 y duró un par de horas, de acuerdo con los relatos históricos. No se ha podido especificar cuántos ciudadanos murieron ese día. Hidalgo dijo que unos relatos hablan de 200 y otros de 500.

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El sociólogo Tomás Rodríguez manifestó que el suceso trágico del 15 de noviembre se dio tras una crisis económica y cuando el liberalismo había tomado el poder.

El artista Zúñiga resaltó la importancia de leer la novela ecuatoriana Las cruces sobre el agua, de Joaquín Gallegos Lara, publicada en 1946, que recoge este acontecimiento.

En la actividad, Zúñiga contó que la colocación del altar de muertos es una costumbre ancestral que tenían los pueblos para celebrar la vida, luego de partir de este mundo. De ahí, en su recital recordó algunos de los pasajes de este suceso histórico, que revivirá hoy en esta ciudad. (F)