Según esta popular historia de la tierra esmeraldeña, que se inscribe en el folclore factual, narrativo y mágico, el Riviel es un ánima en pena que se desplaza misteriosamente por las noches en las aguas de los ríos, provocando espanto a los infortunados individuos que se cruzan en su camino.

Viaja a bordo de una canoa mocha en forma de ataúd, lleva una cruz que le sirve de canalete y un candil de débil luz que va en la proa de la frágil embarcación.

El Riviel gusta de asustar a las víctimas y se les acerca sigilosamente para propinarles repetidos canaletazos que las hacen caer al agua, donde las zambulle con la intención de ahogarlas. Todas estas maldades las festeja en medio de risas y carcajadas maliciosas.

Publicidad

Para evitar que se les acerque, los trasnochadores suelen llevar en sus canoas una atarraya, anzuelos, arpones y otras herramientas propias de las faenas de la pesca, que sirven como amuletos y repelentes de la visión.

Sobre el Riviel hay una interesante historia que se repite entre los afrodescendientes, aquella de que la visión se suele mimetizar como un joven simpático, parrandero y cantor que se presenta en los bailes de marimba de los afro.

El bullanguero intruso solo es descubierto por los asistentes cuando de sus tobillos salen lucecitas verdes al bailar, y entonces cunde el terror que echa a perder el jolgorio. Pero los viejos aconsejan que para librarse de su presencia hay que gritar: ¡atarraya!, ¡arpón!, ¡chinchorro!, ¡anzuelo! y nombres de otros adminículos para pescar. Igualmente, rezar la oración llamada La Magnífica, que también da resultado.

Publicidad

La descripción del mitológico ser está sujeto a cambios, según el relato que emprende mucha gente. Así, hay quienes afirman que se trata de una calavera perforada cuyos orificios expelen llamaradas; otros aseguran que se trata de dos tibias cruzadas con una vela encendida.

No faltan quienes dicen que es un ataúd con un difunto en su interior que viaja errante por las desembocaduras de los ríos e incluso el mar, llevando una vela encendida sobre la caja mortuoria.

Publicidad

Fuente: Mitología esmeraldeña, publicación de la CCE de Esmeraldas, 2013. Y acuarelas de mi tierra: relatos, cuentos y anécdotas de Esmeraldas, de Menelao Jara, 1980.