Sus manos son fuertes. Tienen agilidad, pulso y resistencia. Están cubiertas completamente por el barro luego de amasar la tierra con arcilla y agua. “Está dura. A esto aún le hace falta”, expresa América Orrala Suárez, de 84 años, mientras prepara la mezcla para crear una vasija, otra de las innumerables piezas que ha elaborado con una técnica ancestral en la comuna El Morrillo, en Santa Elena.