Una masiva expresión de religiosidad y tradiciones se vive en el cantón Yaguachi. Hoy, 16 de agosto, la celebración llega a su punto máximo por ser el día de su patrono: san Jacinto. La devoción que provoca el santo polaco es “desbordante, congrega a miles de personas no solo del cantón, sino de todo el país”, dice monseñor Aníbal Nieto, de la diócesis de Yaguachi.

Pero... ¿cómo un santo extranjero se convirtió en el eje del cantón y en el ícono de fe de muchos ecuatorianos?

El historiador Raúl Sánchez Mendoza expresa que san Jacinto representa un nuevo comienzo para Yaguachi.

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Él explica que el pueblo de Yaguachi Viejo estaba asentado a 12 km de donde es hoy la cabecera cantonal. Según la leyenda, un maderero que navegaba por el río del mismo nombre observó un lienzo de san Jacinto en un árbol de Pechiche que estaba ubicado en el sitio donde hoy está la basílica Catedral de Yaguachi.

Según los documentos del escritor español Dionicio Alcedo Herrera desde el año 1583, la devoción hacia el santo empezó a aumentar ya que la misteriosa existencia del lienzo llamó la atención de habitantes de esa zona.

Sánchez indica que el 9 de marzo de 1841, Yaguachi Viejo sufrió un gran incendio que devastó el pueblo y que el 25 de agosto del mismo año se aprobó el traslado de la población al sitio donde ya se había construido una ermita en honor a san Jacinto, naciendo así Yaguachi Nuevo.

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Otra de las creencias es que la llegada de dominicos españoles también marcó la devoción por san Jacinto.

Monseñor expresa que la tradición religiosa de san Jacinto fue marcando la cultura de Yaguachi y que ahora todo habitante del cantón se identifica plenamente con la devoción a su patrono.

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Patricia López subraya que el santo es su ícono de fe católica, “se hacen novenas desde la madrugada, a toda hora son las muestras de fe por san Jacinto”.

El obispo agrega que es una fe tan grande que muchos llegan de otras provincias, “un grupo de indígenas llega en tres buses desde Colta, en Chimborazo”.

La riobambeña Gladys Velema, quien vive desde hace 45 años en Yaguachi, asegura que san Jacinto es muy milagroso. “Mi hijo tenía labio leporino. Todos me decían que no iba a poder hablar bien, pero yo se lo entregué a san Jacinto y ahora está muy bien, es un abogado y tiene su propio trabajo”, dice Velema.

Herminia Meléndez, de 85 años, de Naranjito, viajó con su familia para vivir la tradición religiosa de Yaguachi que hoy y mañana se celebrará con misas a cada hora, novenas y procesiones.

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Llegan de todos lados a ver a san Jacinto. Debemos quitar los bancos en la iglesia. Solo se dejan para la gente mayor.Monseñor Aníbal Nieto,obispo