La tradición dice que por seguir a Luzbel, la tunda cayó del cielo con otros ángeles rebeldes. Vive en las orillas de los ríos recogiendo camarones y haciéndose pasar como la madre o parienta cercana de sus futuras víctimas. Sus extremidades son deformes: un pie en forma de molinillo y otro del porte de un niño recién nacido.