La Corporación Nacional de Finanzas Populares y Solidarias (CONAFIPS) tiene otro gran reto que es fortalecer las finanzas verdes. Con esa finalidad ha entregado $680 millones en créditos sostenibles y socialmente responsables, a través del modelo llamado SARAS (Sistema de Administración de Riesgos Ambientales y Sociales).

“Esto es muy relevante, estamos trabajando, por ejemplo, con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con una línea de crédito para bionegocios, que ya suman $22 millones para fortalecer este tipo de negocios en la Amazonía ecuatoriana”, manifestó Roberto Romero, presidente del directorio del CONAFIPS.

Los créditos verdes están enfocados en proteger dos cosas: primero el medioambiente, el ecosistema; que las actividades productivas que son financiadas por la corporación no generen impactos negativos en todos los ecosistemas que Ecuador debe cuidar. Y el segundo tema es que sean socialmente responsables, es decir que las personas tengan cuidado con aspectos ambientales y laborales.

“Por ejemplo, en una actividad en el sector agropecuario, estos modelos que ha implementado CONAFIPS permiten entregarles recomendaciones a los productores para que mejoren sus actividades, pero que también cuiden a sus trabajadores”, resaltó Romero.

El modelo SARAS, que diseñó la CONAFIPS, entrega a la persona que recibe el crédito recomendaciones técnicas para mejorar sus actividades y también de carácter social, en temas laborales y, por ejemplo, en temas de riesgos ambientales. En este aspecto, también existen las soluciones SARAS 2.0, que son gratuitas para las cooperativas, donde se capacitan para que sean utilizadas de una manera técnica y profesional.

A los productores se les entregan las recomendaciones, además de 16 mapas que incorporan los riesgos ambientales, naturales en el territorio continental y en Galápagos. También se identifican si estas actividades ambientales pueden sufrir algún tipo de embate climático, como el fenómeno de El Niño, si pueden sufrir algún tema de inundaciones o heladas, para que se vayan preparando para enfrentar estos riesgos de manera apropiada.

Estos mapas permiten identificar si la inversión del crédito verde se encuentra en una zona geográfica delicada, como zonas protegidas o arqueológicas. “Entonces les damos una retroalimentación y una hoja de ruta al productor para que pueda desarrollar su actividad respetando esos temas tan relevantes, como son los sociales y los ambientales”, resaltó el presidente del directorio.

Otro tema con el que trabaja la CONAFIPS es el de la electromovilidad, cuyos recursos -que proporciona el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)- son para fortalecer los créditos y poder transformar la demanda de vehículos contaminantes que funcionan con combustibles fósiles a vehículos eléctricos.

“Este tipo de créditos van enfocados para actividades productivas. Pongo un ejemplo: si hay una cooperativa de taxis, estos préstamos van a poder fortalecer esa demanda de nuevos autos que funcionan con electricidad”, recalcó Romero.

Esa transformación irá evitando la contaminación a la atmósfera y reducirá el efecto invernadero con el que el planeta está siendo afectado. “También, podemos apoyar con electromovilidad en el cambio de motocicletas que funcionan con combustible fósil a energía eléctrica”, añadió el funcionario.

La CONAFIPS fue creada y abrió sus puertas en 2012, con objetivos definidos que se van a sostener a lo largo del tiempo y gracias al apoyo de fuentes de fondeo internacionales. “La meta es seguir manteniendo este apoyo para el desarrollo de la economía popular y solidaria, para la inclusión financiera y para poder fortalecer créditos verdes, socialmente responsables y que la institución sea sostenible”, finalizó Romero.