Yaguares Rugby Club nace en la Universidad Casa Grande con 13 jugadores. Su primera competencia fue en Quito en el 2009 y en el 2010 se ubican entre los tres mejores equipos del Ecuador.

Años después crean la selección femenina, ganando los campeonatos nacionales de 2015 y 2016. Actualmente, Yaguares ha logrado consolidar una familia en Guayaquil: niños, jóvenes de distintas universidades, padres de familia y aficionados, para todos hay un espacio en el equipo que entrena durante las noches en el parque Samanes, al norte de la ciudad.

Mario Lima, uno de los jugadores más antiguos del club guayaquileño, está feliz de supervisar a los integrantes del club y los anima a anotar puntos, mientras corre en la cancha para ver cada movimiento. Hace tres años, el joven jugador perdió su brazo izquierdo en un accidente de tránsito. Yaguares jamás lo abandonó, antes bien, estuvo más cerca de él.

Su solidaridad y el deseo de ayudar a otros han llevado a Yaguares Rugby Club a destacarse no solo en lo deportivo sino también en lo social, dando espacio a quienes sueñan con ser parte de un equipo. Esta labor empezó mucho antes, en el 2013, cuando junto a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) organizaron un proyecto para dar a conocer al rugby como deporte. Para hacerlo, conformaron equipos con personas en sillas de ruedas y les enseñaron a jugar. Ese fue solo el principio de una gran idea.

Rugby inclusivo

No hay nada más importante para un padre que ver a un hijo feliz. Así se sienten María del Carmen González y Reina Parra, madres de Erika González y Alexis Morales, de 22 y 23 años. Ambas son jugadoras de Yaguares, el primer equipo de rugby inclusivo en el Ecuador.

Alexis corre velozmente y atraviesa la línea de fondo del campo de arena, en la cancha rectangular Jacinta Sandiford, en el parque Samanes. Ha anotado un punto para el equipo femenino de rugby. La joven repite la acción, una y otra vez, ante la impotencia de sus contrincantes, quienes estupefactos la ven pasar como un rayo con la pelota en sus manos. “Es una chica sobresaliente”, exclama con entusiasmo uno de los espectadores del partido. La jugadora, de 23 años, es sorda y desde hace casi un año es parte del equipo femenino Yaguares que es apoyado por el Banco Guayaquil.

Su madre Reina Parra asiste a todos sus entrenamientos, aunque debe viajar casi una hora desde el Batallón del suburbio hasta la cancha de arena. Está contenta de su integración en el equipo luego de varios intentos en otros deportes como en el fútbol. “No hubo aislamiento en el equipo de rugby, le explicaron todo por medio de señas, fueron muy pacientes”, recuerda emocionada Parra.

Igual sucedió con Erika González, pero tardó un poco más de tiempo en encontrar a los Yaguares. Todo fue una coincidencia o tal vez era su destino integrar el equipo. Su madre María del Carmen González relata que fue en agosto del 2018, mientras caminaban por la avenida Barcelona que vieron a un grupo de estudiantes de Fasinarm junto a los Yaguares, les pidieron el contacto y, días después, Erika empezó su entrenamiento.

“Mi hija es igual a todos cuando juega rugby, no miran su discapacidad como un impedimento”, explica González, quien también acompaña a su hija a los entrenamientos. Erika disfruta tanto del rugby que entrena el doble que el resto de sus compañeros. Lo hace por voluntad propia, según su madre, porque quiere ser la mejor. Sus esfuerzos dieron resultados: mejoró su potencia al correr.

Juan Marín, director del programa Yaguares Mixed Ability Rugby, recuerda que el proyecto de convertir al rugby en un deporte inclusivo nació en la Universidad Casa Grande cuando era coordinador de deportes, en el 2017. La idea se les ocurrió al ver a un joven con síndrome de Down acercarse a la cancha de rugby y preguntarles si podía entrenar con ellos, porque ya lo había hecho en España. Inmediatamente, Marín se contactó con la fundación Down en España y allí empezó a gestionar un proyecto similar para Guayaquil.

El juego empezó con los chicos de Fasinarm y es un éxito. Marín resalta que los jóvenes participantes desarrollaron habilidades. Solo en cuatro meses de entrenamiento ganaron seguridad con el deporte.

Marín quiere multiplicar esta ayuda para que otros niños, jóvenes y adultos se beneficien del proyecto como lo han hecho Erika y Alexis, las jugadoras que incorporaron al equipo Yaguares para que puedan participar como una igual-igual. “Ellas se comportan como jugadoras que no tienen ninguna discapacidad, ojalá en el futuro podamos tener 15 jugadores iguales”, dice Marín.

Por eso presentaron, en el 2018, el proyecto a la Dirección de Acción Social y Educación (DASE) del municipio para entrenar a 150 niños. El pasado 6 de junio, el programa de rugby inclusivo en el que trabaja Marín con el cabildo, fue renovado hasta junio de 2020. Una labor social que es respaldada por Banco Guayaquil, institución que patrocina a deportistas como el esquiador Klaus Jungbluth, la golfista Daniela Darquea, la ajedrecista Carla Heredia y la karateca Jacqueline Factos para que puedan cumplir sus metas profesionales y personales.

Ahora junto a Mario Lima, directivo y jugador de Yaguares desde hace 9 años, Marín persigue realizar otro sueño: participar por primera vez en un mundial de rugby. El equipo ya recibió una invitación previa para competir en el Mundial de Rugby inclusivo en Cork, Irlanda, en el 2020.

Marín está seguro del apoyo de sus auspiciantes. “Yo sé que el Banco Guayaquil va a estar allí, nos han ayudado desde el principio del proyecto con la difusión. Sin ellos no sería posible estar aquí”, reconoce este valenciano radicado en Ecuador, desde hace más de una década.

Pero participar en el Mundial de Rugby no es el único desafío de los Yaguares. Lima desea tener un espacio propio para los entrenamientos del equipo y además, dar a conocer el rugby en todo el Ecuador. “Queremos masificar la práctica de este deporte en las escuelas y colegios”, expresa Lima. (P)

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