No es nueva la difícil situación que vive Venezuela, sin embargo, en recientes meses el tablero se ha vuelto a agitar.

El jueves el Senado de EE. UU. rechazó una iniciativa para limitar la capacidad del presidente de ese país, Donald Trump, en caso de decidir atacar Venezuela –proponía que primero pida autorización al Congreso–. Solo solicitó al Gobierno dar más información sobre los ataques contra lanchas en el Caribe por supuestamente trabajar para el narcotráfico. Esto, mientras las fuerzas navales del país norteamericano siguen aumentando de forma inusual su presencia en ese mar.

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Medios de EE. UU. han dicho que fuentes del Gobierno comentan que por el momento no hay planes de lanzar un ataque en Venezuela. Aunque Trump deja mensajes confusos sobre el tema en recientes entrevistas, según algunos analistas, para elevar la presión contra el régimen de Nicolás Maduro, a quien EE. UU. acusa de liderar el cartel de los Soles, junto con otras figuras del chavismo como Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López.

En tanto, la líder de la oposición venezolana María Corina Machado, ganadora del Premio Nobel de la Paz de 2025, consideró que “ha sido fundamental el impacto” de la estrategia de Trump en el Caribe y el Pacífico desde el 1 de septiembre porque “combate los flujos de efectivo” de “estructuras criminales” que trafican armas, drogas y personas.

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Edmundo González, reconocido por varios países, incluyendo Ecuador, como el presidente electo de Venezuela tras las elecciones de 2024, aseguró que cada uno de sus connacionales “tiene que llevar un papel” en el proceso para asegurar “el cambio” político, por lo que deben volver a tener capacidad de movilización.

El devenir de este problema es aún incierto y tendrá encima los ojos de la región y el mundo, esperando que Venezuela encuentre el camino hacia la democracia y mejores días, una imperiosa necesidad tras más de una década de crisis que han provocado que alrededor de ocho millones de venezolanos migraran. (O)