Vientos de agitación perturban al Ecuador. El régimen de Daniel Noboa empezó este 15 de septiembre a despachar desde la Gobernación de Latacunga, rodeado de tanquetas militares y uniformados, mientras en Quito hubo cierre de vías y en otras zonas del país se anuncian protestas para esta semana luego que el 12 de septiembre se eliminó el subsidio al diésel.

En 104 años que este Diario cumple el 16 de septiembre, coberturas a manifestaciones sociales por causas similares se repiten por tercera vez: las circunstancias políticas son distintas; hay nuevos nombres de protagonistas, aunque algunos se repiten, al menos institucionalmente.

La historia del Ecuador relata 29 días de violentas manifestaciones convocadas en 2019 por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador y gremios de trabajadores. En 2022 las protestas indígenas se extendieron por 18 días tras el anuncio del congelamiento de precios de los combustibles. En ambos casos hubo pérdidas económicas por imposibilidad de trabajar, daños a la propiedad pública y privada, detenidos, heridos y hasta muertos.

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El diálogo y la búsqueda de soluciones a las disconformidades deben ser la prioridad para los gremios y el Estado. Ambos son responsables de no agravar las crisis que hoy afectan a los ecuatorianos, y en ese punto las mesas de conversación que se anuncian dan una esperanza que debe fortalecerse con acciones.

Como desde hace 104 años, este Diario lleva la información clara sobre lo que ocurre, haciendo honor al primer editorial de 1921, que señaló: ‘Hoy como ayer la prensa debe ser vehículo de seguridad y justicia’.

Como ciudadanos nos compete exigir que ni las protestas ni las especulaciones afecten el desarrollo económico de la comunidad. El Gobierno tomó una decisión que debe sustentar no solo en el área política, sino económica. La mejor forma de hacerlo es que la población sienta la efectividad mejorando su calidad de vida, con plazas de trabajo, una economía sólida, salud, educación y seguridad. (O)