Arrancó ya la campaña electoral para la segunda vuelta, con la recomendación del Consejo Nacional Electoral (CNE) de respetar las medidas de bioseguridad para evitar el contagio de COVID-19 y recordar las prohibiciones legales durante los veinticuatro días que durará la campaña.

Los candidatos elegidos el 7 de febrero, según los resultados proclamados por el CNE, son Andrés Arauz, de la alianza Unión por la Esperanza (UNES), y Guillermo Lasso, de la alianza CREO-PSC. Ellos podrán promocionar sus candidaturas en caravanas y caminatas, que están reglamentadas por el CNE en tiempo y número de personas que las integren. Está prohibido que durante ellas se entreguen regalos y artículos promocionales.

Esta campaña se realiza en circunstancias especiales, cuando el país debe afrontar varias crisis de distinto origen: la economía, la cuestión ambiental, el riesgo sanitario, la ética, por mencionar solo las más evidentes. A eso deben responder los candidatos.

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En el ejercicio de la ciudadanía debemos ser muy exigentes y no permitir que la campaña consista en una serie de ofertas que buscan comprar el voto. Cada ciudadano debería preguntarse cómo ve la crisis y qué cree que se necesita para resolverla, y no debe contentarse con la enunciación, debe analizar si el candidato explicó cómo y con qué va a lograr lo que ofrece; en otras palabras, que no venda fantasías ni degrade a los votantes a la categoría de pedigüeños que esperan una dádiva. Que entienda, y lo demuestre, que sus conciudadanos son personas con dignidad que esperan oportunidades para su desarrollo personal y la posibilidad de contribuir al desarrollo social.

Hará falta también rechazar cualquier intento de desviar la atención de lo que dicen y hacen los candidatos, porque eso los define; y, por supuesto, demostrar que rechazamos el insulto al adversario, negando el voto al insultador. Necesitamos un presidente conciliador y respetuoso de la diversidad, que es una de nuestras riquezas. (O)