Luego de más de un año de pandemia, no cabe duda de que nuestras autoridades seccionales deben tener los registros y las estadísticas del comportamiento de los contagios en sus respectivas comunidades.

Con esta información, ¿no sería conveniente reformular las estrategias de los planes de vacunación de cada municipio del país?, tal vez estableciendo nuevos grupos prioritarios para recibir las dosis, basados en las áreas de mayores índices de contagios; por supuesto sin dejar de atender a los grupos de alto riesgo como son personal de salud, personal de higiene y limpieza, personal de seguridad y control, adultos mayores. Puede ser que esté ocurriendo que mientras se vacuna a los grupos mencionados, el virus sigue contagiando a grandes cantidades de personas aún no convocadas a la vacunación y que interactúan en actividades comerciales en zonas de mucho movimiento (principalmente en barrios populares), y esto también incida en los altos niveles de contagios comunitarios, más allá de la agresividad de las nuevas variantes del COVID-19.

No es fácil pero la experiencia y creatividad de las autoridades seccionales podrían encontrar formas para gestionar, registrar, controlar, y ‘atacar’ con vacunas, los puntos donde se están generando muchos contagios con devastadoras consecuencias a diario. Dependerá también de la disponibilidad de fármacos.

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Con relación a los centros de vacunación, deben habilitar puntos para que las personas que tengan vehículo se acerquen y los vacunen dentro de los coches, para reducir las colas de espera y mantener el distanciamiento seguro, dar facilidad a personas con movilidad limitada. Somos muchos los que tenemos temor de asistir a vacunarnos y contagiarnos, por los medios de comunicación vemos desorden y aglomeraciones que no se han podido controlar. (O)

José Adolfo Chang Lúa, ingeniero industrial, jubilado; Guayaquil